miércoles, octubre 10, 2007

La politica sucia

jueves 11 de octubre de 2007
La política sucia
La guerra sucia, el estadio superior de degradación de la lucha antiterrorista, tiene una prima lejana que no es una criminal pero sí bastante lamentable en cualquier familia democrática. Se llama política sucia y es ésa que consiste en que los líderes democráticos pueden decir una cosa y la contraria, mentir tantas veces como lo consideren oportuno o cambiar caprichosamente el estatus de los criminales a interlocutores y viceversa sin que los ciudadanos se escandalicen demasiado ni mucho menos los echen a patadas.
Por las mismas razones que explican un rechazo a la guerra sucia menor del que pudiera esperarse, aquí y en otros países. Por su escasa confianza en la capacidad del Estado para derrotar democráticamente al terrorismo. Todo es así susceptible de ser admitido. Desde el propio crimen de Estado hacia las concesiones más antidemocráticas a los terroristas. Cualquier cosa, si me quita usted a ETA de encima. Zapatero ha sufrido un castigo muy benévolo por su negociación política debido a ese sector de los ciudadanos que admite la política sucia respecto al terrorismo. Para bastantes, lo que cuenta de las actas es su eficacia para lograr el acuerdo con ETA, no las concesiones realizadas. Y por lo mismo, el presidente puede afirmar con todo descaro que el Estado está fuerte para combatir al terrorismo, cuando aún no ha aclarado a los españoles que ésa, la del combate, sea su intención después de las elecciones. Más bien lo contrario.
La política sucia explica también que Ibarretxe pueda afirmar tras cada atentado que los terroristas han cruzado una línea. Que el pederasta ha cometido 50 violaciones y ahora, con la 51, ha cruzado la línea. Y en la 52, en la 53, y así hasta que la negociación haya culminado con éxito, cruzando líneas con cada crimen, pasando de actor del conflicto vasco a desvariado por unas horas. Con el pederasta dispuesto a otro punto de inflexión y el lendakari a la enésima justificación del conflicto. La política sucia sirve ahora hasta a un juez, Garzón. El pederasta dejó de serlo entre la violación 40 y la 50. Ha recuperado la categoría en la violación 51.

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