domingo, octubre 21, 2007

Jose Vilas Nogueira, ¡Azucar!

lunes 22 de octubre de 2007
JOSÉ VILAS NOGUEIRA CATEDRÁTICO DE CIENCIAS POLÍTICAS
memoria de los días
¡Azúcar!

Un antiguo recurso del poder político es el embrutecimiento del personal. La famosa consigna panem et circenses fue proclamada abiertamente hace casi 2000 años. Unos la atribuyen a Nerón; otros, a Cómodo, los dos emperadores romanos, y déspotas depravados. Muchos críticos del franquismo imputaron el conformismo de la población a, entre otras cosas, la utilización por el régimen del fútbol (la selección nacional y el Real Madrid). Naturalmente, los déspotas actuales se comportan exactamente igual, aunque sus iconos deportivos sean distintos (las selecciones autonómicas, el Barça, etc.) En política, lo que en los enemigos es vicio, en los propios, es virtud.
Sin embargo, el franquismo no fue muy generoso ni en pan, ni en circo. Como despotismo simplista, casi todo lo fiaba a la represión. El despotismo actual es mucho menos brutal y más tolerante (por ejemplo, esto no lo podría publicar entonces). Es muy sofisticado, tanto que su política de panem et circenses reduce a juego de niños a la del Imperio romano. El emperador Cómodo bajaba a la arena para derrotar a gladiadores drogados, desarmados y aterrorizados. El mérito de Zapatero es mayor: nos derrota a todos, todos los días, escarneciendo al tiempo la verdad, la decencia y la ley.
¿Cómo lo consigue? Parece plausible suponer que la gente busca la coherencia o consonancia cognitiva, que detecta las mentiras burdas y reiteradas, que le repugnan los mentirosos sistemáticos, o al menos no se fía de ellos, que prefiere a las personas decentes y cumplidoras de la ley, que a los que no lo son. Estas suposiciones pueblan el saber común y parecen inspirar la conducta de casi todo el mundo. Pero, cuando media la política, semejan desvanecerse; como si una trágica maldición persiguiese a la realidad política. Y aquí, por decirlo en jerga profesoral, se abre la estructura de oportunidad del despotismo. La sistemática política zapatética de entontecimiento del personal (hablar hoy de ciudadanía en España sería anacronismo), se resume en la administración de cantidades masivas de almíbar. ¡Azúcar!, exclama este siniestro émulo de Celia Cruz, y sus súbditos, entregados a la salsa, abandonan toda capacidad de juicio.
Letal medicina para los enfermos, aunque excelente apaño para el matasanos que la administra. La última dosis ha sido un vídeo propagandístico del Déspota Jefe, ejemplo de que la estraza de buen rollito puede envolver la zafiedad intelectual y moral que se quiera, por grande que sea. ¡Y este mismo sujeto alardea de su preocupación por la mejora de la calidad educativa! Un solo vídeo de estos, o uno de sus discursos políticos, arruinan el trabajo de muchos maestros competentes, durante muchas horas de clase. ¿El engendro despótico de Educación para la Ciudadanía incluirá tales habilidades? A propósito de educación, outra vaca no millo. Los munícipes progres andan quejosos de estar más solos ante el botellón que Gary Cooper ante el peligro. Se lamentan de la escasa disciplina que los padres inculcan a sus hijos. Pero, ¿no proclaman ellos mismos que la definición y transmisión de los valores ciudadanos es competencia del Estado? Si los padres por la mañana no tienen autoridad sobre sus hijos, ¿cómo éstos van a reconocérsela por la noche? Señores matasanos: el botellón es el síntoma; no la enfermedad.
Pero, ¿qué y a quién puede importar esto? Nuestros déspotas almibarados seguirán medrando a costa de todos nosotros, con desprecio de la verdad, la decencia y la ley. Las bastará exclamar, de cuando en cuando, arrebatadamente ¡Azúcar! Y el personal continuará feliz cual perdiz.

No hay comentarios: