miércoles, octubre 10, 2007

Jose Luis Restan, Una frivolidad de Chavez

jueves 11 de octubre de 2007
DEBATE SOBRE LA DEMOCRACIA, EL CRISTIANISMO Y EL ISLAM
Una frivolidad de Chaves
Por José Luis Restán
El presidente andaluz no ha podido resistir la tentación de aprovechar su minuto de gloria en la inauguración en Córdoba de un foro internacional sobre islamofobia en Europa, patrocinado por el ministro Moratinos. Y para subrayar la pretendida equidistancia entre cristianismo e islam, Chaves ha sentenciado que la Iglesia Católica, hasta la catarsis del Vaticano II, había condenado la modernidad y rechazado la democracia y los derechos de las mujeres. Un poco más de finura, presidente, aunque sólo sea por respeto a la historia de la Comunidad que gobierna.
En primer lugar, la diferencia entre el cristianismo y el islam no radica en que uno haya sufrido el proceso de secularización y el otro no, tal como repiten con notable superficialidad los partidarios del multiculturalismo. La diferencia entre ambos está en su concepción del hombre y de Dios. El cristianismo, con su fe central en la Trinidad y en la encarnación del Verbo, posee una concepción del hombre (creado a imagen y semejanza de Dios) en la que la razón y la libertad son vitales. Este protagonismo de la razón y de la libertad sitúa a la persona en el centro de toda construcción social y política de origen cristiano. De modo que ha sido la tradición cristiana, basada en la divino-humanidad de Jesús, la que ha hecho posible la cultura de los derechos humanos y el Estado democrático.
Por el contrario, al islam le repugna la idea de la encarnación. Ante el Absoluto, la criatura está como encerrada en una red; la razón y la libertad no tienen un papel relevante a la hora de definir la vida del creyente y sus relaciones con el mundo. Como es natural, esto se ha proyectado necesariamente sobre las construcciones sociales y políticas islámicas. Así pues, la diferencia entre cristianismo e islam es principalmente "genética" y no histórica.
Es cierto que el mundo cristiano sólo llegó a formular un sistema democrático como el que ahora disfrutamos en Occidente a través de aproximaciones y controversias, que han obligado a los cristianos a la purificación de muchas formas históricas, y en el fondo, a una mayor fidelidad al Evangelio. Pero la distinción entre la esfera política y la esfera religiosa se encuentra ya en el mismo origen del cristianismo, aunque sus consecuencias jurídico-políticas hayan necesitado siglos para desarrollarse por completo.
La modernidad que invoca Chaves era hija del cristianismo. Otra cosa es que, en algunas de sus facetas, esa modernidad fuese una hija que se revolvió dramáticamente contra su origen, con las funestas consecuencias que sólo el siglo XX nos ha dejado ver Y otro problema es que la Iglesia, en una primera reacción defensiva, no supiera articular el necesario diálogo con ese movimiento histórico que nacía de sus propias entrañas.
Como ha dicho Benedicto XVI, el Concilio Vaticano II se propuso corregir esa situación definiendo una nueva relación entre la Iglesia y el mundo moderno. Y en cuanto a que la Iglesia rechazara los derechos de las mujeres, ahí Chaves ha pasado de la frivolidad insustancial a la mentira grotesca. Sólo en el humus de una cultura cristiana las mujeres han desarrollado todo su potencial y protagonismo creativo, comenzando muchas veces por las propias instituciones eclesiásticas. Y no es casual, porque también en esto, el Evangelio fue revolucionario por la novedad humana que introdujo.
Uno de los núcleos del pensamiento moderno que deriva directamente de su origen cristiano es la libertad religiosa, concepto que sólo muy fatigosamente y en ámbitos muy minoritarios consigue abrirse paso en las sociedades islámicas. Por cierto, en Córdoba no hemos escuchado una palabra sobre la terrible persecución que padecen las minorías cristianas en muchos países de mayoría musulmana. Si Moratinos hubiese gastado al menos un minuto de su precioso tiempo en denunciar esa situación, habría resultado más creíble su patética iniciativa cordobesa.
Concluyamos: no es la secularización la que ha hecho posible la democracia, sino la concepción del hombre y del mundo que procede del cristianismo. Una Europa más consciente de las raíces que han dado vida a su sistema de libertades sería más fuerte para afrontar el desafío del terrorismo, pero además estaría en mejores condiciones para un verdadero diálogo, tan urgente y necesario, con el mundo islámico. Pero por lo que se ve, ese diálogo no es algo que Moratinos o Chaves pueden llevar a cabo.

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