martes, octubre 23, 2007

Jose Luis Manzanares, De las lenguas de España

miercoles 24 de octubre de 2007
De las lenguas de España José Luis Manzanares

El castellano es la lengua española oficial del Estado, y todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Respetando esas palabras de la Constitución —y con buena voluntad— todos los problemas lingüísticos encontrarían fácil solución. Sin embargo, el panorama actual no es muy satisfactorio. La política confunde a veces lo que llama normalización lingüística con el acoso y derribo del idioma común, un castellano que más allá de nuestras fronteras —en Hispanoamérica y en el resto del mundo— se conoce simplemente como español, o sea, el español por antonomasia. Una realidad histórica pese a que algunas minorías gusten de negar la evidencia. Las sociedades, pueblos y países son el producto de múltiples factores que confluyen en un inevitable mestizaje donde los aspectos culturales —y el idioma es cultura— predominan incluso sobre los étnicos.
Hemos recorrido un largo camino desde 1978. Hoy, el castellano o español se bate en retirada allí donde la llamada normalización lingüística se ha convertido en un instrumento político, en Cataluña por ejemplo. No se trata de un fenómeno aislado, pero sí especialmente triste por lo que tiene de movimiento pendular, como si la lengua común —o estatal, para que nadie proteste— no pudiera convivir en paz con la autonómica, ni en el franquismo ni en la democracia. La enseñanza monocolor, las denuncias por incorrecta rotulación de establecimientos comerciales y la promoción exclusiva de la literatura en catalán son sólo algunos botones de muestra. Decía Salvador de Madariaga que lo contrario de una bofetada en la mejilla izquierda no era una bofetada en la mejilla derecha. Es una pena que no acabemos de entenderlo. Habrá que seguir buscando el punto de equilibrio.
El comportamiento del señor Carod Rovira en un reciente programa televisivo es muy revelador. A los españoles, que decimos Londres en lugar de London y llamamos Isabel a la reina Elisabeth de Inglaterra, se nos prohíbe castellanizar los nombres de Lluis o Jordi cuando hablamos en castellano. Y se supone que, además, estamos obligados a pronunciarlos bien. Luego vendrían el euskera y el gallego para condicionar aún más el uso del español como no hacen siquiera el inglés u otras lenguas del mundo mundial, que diría el otro.
Por fortuna, los castellanoparlantes no son tan quisquillosos. Así, es frecuente oírles decir “Generalitat” en lugar de “Generalidad”, que sería el vocablo correcto en la lengua de Cervantes, tal y como se lee en las versiones castellanas de los Estatutos del Principado, tan válidas y respetables como las redactadas en la otra lengua oficial de la Comunidad Autónoma. Un detalle que expresa el respeto que todo el pueblo español siente por Cataluña y sus rasgos de identidad. Las lenguas de España deben convivir como los ciudadanos —sin complejos ni arreglos de cuentas por eso de la Memoria Histórica— dentro de un marco constitucional perfectamente compatible con la educación y la tolerancia recíproca.


http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=24/10/2007&name=manzanares

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