jueves, octubre 18, 2007

Jose Javaloyes, Manuel Pizarro, el español del bienio

viernes 19 de octubre de 2007
Manuel Pizarro, el español del bienio José Javaloyes

Cuando Manuel Pizarro salía ayer de Endesa para no volver más, como no sea que le inviten a tomar café, terminaba una historia —algo más que una crónica empresarial— amasada en decoro y eficacias gestoras. Eficacias en beneficio de los accionistas, cuyos intereses fueron defendidos por él a toda costa frente a la política hostil. Haciéndolo por muy encima de lo que es habitual en los gestores que sólo tienen que vérselas con las dificultades propias del mercado.
Decoro, por no haber perdido nunca los papeles frente al acoso del soborno institucional, para que dejara libre el campo, o ante condiciones de hostilidad política: poco menos que folclóricas, en el Parlamento Autonómico de Cataluña a raíz de los apagones eléctricos sufridos por Barcelona. Y acosos constantes, hasta el final, por parte del Gobierno.
Esa historia o tal crónica se corresponden con el bienio que ha transcurrido desde el inicio del primer intento de asalto, el 5 de septiembre del 2005, a cargo de Gas Natural —con su OPA de todo a cien y por encargo de la Moncloa—, al desenlace del tercer y último asalto, alentado también por el mismo promotor moncloví, en funciones de caballo de Troya para que la primera eléctrica española, resultante de una privatización, pasara a las mayoritarias manos de una empresa pública italiana. Acaso la eléctrica europea más polémicamente gestionada.
Lo de mayor interés en esta historia no es, sin embargo, la peripecia mercantil de las OPAs contra las que lidió Manuel Pizarro, sino el marco político en el que esa lidia tan asimétrica se produjo. Sobresale lo desigual del combate entre la indecencia del abuso de poder, indiferente al valor democrático del juego limpio, y el decoro personal en el ejercicio de las responsabilidades que correspondían al asediado: defender los intereses empresariales que se le confiaron.
Como en todo orden de cosas no hay acción sin reacción, así, a lo que ha sido la injerencia del poder político en la empresa privada Endesa, sostenida intromisión política en la sociedad civil (desde la creencia, por parte del huésped de la Moncloa, de que Manuel Pizarro representaba otra cosa que a sí mismo), ha reaccionado y respondido esa sociedad civil con un reflejo solidario y muchos puntos de adhesión a la figura del presidente saliente de lo que fue la primera empresa eléctrica española. Manuel Pizarro es a estas alturas, con la historia de Endesa acabada, exponente de esa España que trabaja con seriedad y deja la improvisación chapucera para políticos de segunda. Gente ésta del corte y enjundia del debelador leonés.
Ante los periodistas, se refería Rodríguez a Manuel Pizarro, en el bar del Congreso, como el hombre que realmente mandaba en el Partido Popular, cuando ha sido la soledad política de Pizarro lo que ha hecho posible que finalmente prevaleciera el cambalache.
Veremos en marzo qué coste político tiene para el PSOE la trama moncloví sobre lo que era Endesa. Más que hombre del año, Manuel Pizarro ha sido el hombre del bienio en España. Un referente muy principal de la sociedad civil, capaz de enfrentarse a la oligarquía partitocrática y a sus paniaguados. Su mérito ha sido tanto más grande cuanto que la división de poderes queda reducida a una ficción, pues el Gobierno no tiene más límites que la prudencia de que carece.
jose@javaloyes.net

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