domingo, octubre 07, 2007

Ignacio del Rio, Gallardon se cuela

lunes 8 de octubre de 2007
Gallardón se cuela Ignacio del Río

El bicentenario de la defensa de la independencia de España frente a la invasión de las tropas napoleónicas empieza con mal pie. El acontecimiento histórico está cargado de simbolismos y transporta lo sucedido al momento actual como una llamarada de advertencia sobre el futuro. El monarca, Fernando VII, ha abdicado pasando la Corona al hermano de Napoleón, José I, y en nombre del Rey, las Juntas territoriales afirman la soberanía nacional, dando lugar a la guerra de la independencia y a la revolución burguesa que culminará en las Cortes de Cádiz de 1812 con la implantación del Estado liberal.
Una conmemoración que se une a las fechas de 1810 y 1812 y que constituye el punto de inflexión de nuestra Historia en los siglos XIX y XX. Para ello, el Gobierno de Zapatero, tan preocupado por la memoria reciente de la fracasada II República, ha organizado una Comisión Nacional para el bicentenario de la Constitución de 1812, que preside la vicepresidenta, y una subcomisión presidida por el Gobierno Andaluz, Gaspar Zarrías, en la que participa el Ayuntamiento de Cádiz.
En Madrid, sin embargo, Zapatero, al que no le gusta Esperanza Aguirre, que le recuerda cómo castiga a Madrid en los Presupuestos, mientras asistimos a la perversión financiera del Estado Autonómico (las Autonomías hacen sus presupuestos y además deciden los del Estado, si son socios de su Gobierno o pertenecen al mismo partido), ha nombrado al alcalde de Madrid presidente de la subcomisión conmemorativa del bicentenario del levantamiento del pueblo de Madrid contra el invasor francés. La decisión es contraria a la que toma en Andalucía, donde se coloca a Zarrías como cancerbero para controlar a la alcaldesa Teofila Martínez. Está visto que a Zapatero no le va que las mujeres presidan comisiones, salvo que sean de su propio partido.
La cuestión se agrava en el caso de Madrid, ya que el levantamiento es el día de la Comunidad, que conmemora los motines de Aranjuez, Móstoles y Madrid y la defensa de la independencia de España. La explicación histórica de la decisión de Zapatero merece un suspenso, un cero patatero, y la política sólo puede interpretarse en términos de ofensa a los madrileños.
Gallardón ha aprovechado la situación para pasar por la izquierda y reflejar que Zapatero confía más en su trabajo que en el de Aguirre. “Es más trabajo, no más poder”, se ha apresurado a decir, y ha justificado la decisión porque a él le compete autorizar los actos en la calle. Una justificación, “la calle es mía”, bastante pueril y que atenta contra la inteligencia propia y ajena.
Volviendo a Cádiz, Gallardón se ha convertido en un ejemplo del “cuele”. Los gaditanos han convertido colarse en un arte. Mi vecino Oneto puede contar mil historias de cómo se pasaba de gañote a ver las actuaciones de la Jurado en las noches de verano del Peman o los partidos de los brasileños contra el Madrid en el Carranza. Una de las mejores anécdotas es la de un individuo que para entrar en el Trofeo Carranza desempolvó su traje de marinero en la mili y se colocó detrás de la banda de música que amenizaba el intermedio del partido de fútbol. A falta de instrumento musical se puso a desfilar con una escoba. Esperemos que el alcalde de Madrid no haga lo mismo detrás de Zapatero.

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