domingo, octubre 21, 2007

Iñaki Ezkerra, Diez años

Diez años
22.10.2007 -
IÑAKI EZKERRA i.ezkerra@diario-elcorreo.com

No han hecho, en diez años que han pasado desde que el Guggenheim se inauguró, ninguna exposición en homenaje a las víctimas. Pero la han tenido que hacer en defensa de los verdugos y de la causa de los verdugos para conmemorar este décimo aniversario. Un hecho así los define. Un hecho que no es casual por más que sean expertos en poner cara de que es casual, en practicar la infamia con la mano tonta y como quien no quiere la cosa. De mi época de estudiante recuerdo a un compañero salido que también tenía una mano tonta y que era especialista en dejarla caer sobre las piernas o los culos de las chicas con cualquier excusa, la de recogerles un bolso o pasarles unos apuntes. Ellos, los que hoy dejan caer la mano tonta para insultar a las víctimas y a los amenazados o evitar sistemáticamente que se coloque la bandera constitucional en los ayuntamientos hacen como que eso no importa, como que pasaban por allí, como que ya son ganas las nuestras de buscar polémica y como que su actitud es la imparcial, la desinteresada, la desapasionada, la guay. Pero por más que disimulen les pasa como a mi compañero de estudios; que ya no engañan a nadie salvo a quien quiere dejarse engañar. Todos les tenemos calados. Todos sabemos que son unos salidos políticos, unos acosadores doctrinales, unos violadores ideológicos. 'Te conozco, bacalao, aunque vengas disfrazao'. Uno no se puede disfrazar de lo mismo durante tres décadas y querer dar aún el pego. No basta con pedir perdón a las víctimas. Hay que actuar en consecuencia y resarcirlas. De nada sirve pedirles perdón si después uno se niega con la misma mano lerda y obscena de siempre a darles la calle que fue aprobada en un pleno municipal de hace cinco años. La sensibilidad hacia los caídos y estigmatizados por el terrorismo es como el respeto al prójimo en general. No puede albergar lapsus. A nadie se le ocurre lanzar al otro una ofensa y justificarla acto seguido con el argumento de 'ya te respeté el año pasado'. A nadie se le ocurre decir: 'Como ya te pedí perdón hace un par de semanas te puedo volver a ofender todo lo que me dé la gana'. A nadie se le ocurre usar una petición de perdón, por hipócrita que sea ésta incluso, como una licencia para la ofensa, el olvido y el escarnio. Habrían sonreído ante la idea de una exposición en honor a las víctimas en ese museo que se inauguró con un asesinato. Son expertos en hacer sentir a la víctima que sobra, que su drama no es tan importante y que está fuera de lugar o es hasta de mal gusto recordarlo. ¿Una exposición en recuerdo de las víctimas en el Guggenheim? ¿Por favor! Es mucho mejor este homenaje a los asesinos.

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