miércoles, octubre 17, 2007

German Yanke, Vuelta a Loyola

jueves 18 de octubre de 2007
Vuelta a Loyola Germán Yanke

El PSOE debería reflexionar unos segundos, que no parece pedir mucho. No se puede decir que el PP se opone a todo, que dice que no a todo, y, al mismo tiempo, que su único tema de oposición es la lucha antiterrorista. Esta especie, la de la negativa del PP a apoyar al Gobierno durante el “proceso”, puede calmar en algunos, a estas alturas pocos, el malestar por el fracaso de una iniciativa de comienzo dudoso, trayectoria inverosímil y final lamentable. Pero no es un argumento e insistir en ello ahora resulta ridículo.
Lo hizo ayer el ministro de Justicia, pero tenía efectos anestésicos porque su mensaje principal y sorprendente fue que, a su juicio, se volverán a dar las circunstancias para un “final dialogado” (con ETA, se entiende) tal y como establecía la resolución de la Cámara que aprobaba los contactos con la banda del presidente Rodríguez Zapatero. Una declaración fuera de lugar en estas circunstancias, ya que, además de suponer la inexistencia de la necesaria rectificación de lo que se hizo, da alas al lehendakari Ibarretxe en sus pretensiones autodeterministas. Si se podrá volver a hablar con ETA de determinadas cuestiones políticas cuando se considere que es real su voluntad de dejar las armas, ¿por qué no se van a tratar con el lehendakari? ¿Son temas que sólo se abordan como premio al abandono del terrorismo? Cualquier respuesta debería sonrojar al Gobierno y sus miembros y, para disimularlo, la murga de que el PP no le apoyó. Afortunadamente no le apoyó, se puede confirmar hoy sin género de dudas, al menos se evitó que todos estuvieran equivocados.
Otro falso argumento —que habría que desechar ya— es el de justificar los errores pasados (la vergüenza de unas negociaciones de las que hemos conocido el contenido sin que el Gobierno lo desmienta) o incluso presentarlos como un acierto por estar en un periodo con “menor número de muertos”. Hasta la bomba de Barajas se decía “sin muertos”, para que se vea lo endeble de un planteamiento que también utilizó ayer el ministro de Justicia. Quizá sus escritos en su antigua función de fiscal fueran serios y argumentados, pero sus declaraciones políticas resultan pasmosas.
Habría que recordar que el PP, en cuyo último mandato cesaron los asesinatos de ETA hasta los dos de Barajas, podría utilizar el mismo argumento para defender su política antiterrorista e incluso añadir que la debilidad de la banda, a la que se aludió para el “final dialogado”, no es fruto precisamente del “proceso” —que la convirtió en agente negociador— sino de la tolerancia cero anterior ratificada por el Pacto Antiterrorista del que el presidente del Gobierno dice sentirse tan satisfecho.
Las declaraciones del ministro ratifican, lamentablemente, que no se ha renunciado a lo que se hizo, sino que el Gobierno piensa que estamos en un periodo intermedio hasta que las “condiciones” vuelvan a darse. Si es verdad que se gana —o se puede ganar— una batalla cuando el enemigo interioriza que la pierde, los terroristas no están en esa tesitura. Les cabe aún la esperanza de volver a Loyola.

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