viernes, octubre 19, 2007

Ferrad, Con z de zascandil

sabado 20 de octubre de 2007
Con Z de zascandil

M. MARTÍN FERRAND
VAYA por delante mi aplauso a la nueva campaña -«Con Z de Zapatero»- que el PSOE ha puesto en marcha para vendernos sus encantos y cantar sus aciertos a lo largo de la legislatura que ya termina. Mejor es una sonrisa que el ladrido hostil de un dóberman, y tan feliz evolución sirve para demostrar que hasta José Blanco es capaz de mejorar por el uso y la experiencia. Saltan por el aire en la campaña la fonética y la ortografía, pero tampoco son la finura intelectual y la exquisitez estética los puntos fuertes de un partido que, desde siempre, prefiere el éxito a la grandeza, la igualdad al talento, la canonjía al trabajo y que ha optado por entender España como una letra para su acrónimo antes y mejor que como un sentimiento unitario y con solera.
José Luis Rodríguez Zapatero tiene vis cómica, y es una lástima que haya desperdiciado el más natural de sus talentos para consagrarse a tareas de Gobierno, en las que, a pesar de su gravedad y trascendencia, siempre termina por rezumar la risa que genera su inconsistencia y engrandece su amabilidad. Zapatero ha optado por competir con Rowan Atkinson, el divertido protagonista de «Mr. Bean», uno de los mayores éxitos en la historia de la Indepenent Television. Incluso ha sabido hacer de su heraldo habitual, José Blanco, una recreación de Teddy, el osito de peluche con el que el cómico inglés comparte identidad y que tanto le ayuda a reflexionar e ignorar sus limitaciones.
Para defender su título frente al repetido aspirante Mariano Rajoy, quiere el presidente una España «con Z de Zapatero» y, como su parodiado Mr. Bean, oscila entre la bondad ingenua e infantil y la maldad sañuda capaz de quitar del horizonte todo cuanto se oponga a su liderazgo y perpetuación en La Moncloa. Le quita verosimilitud a su intento el que hasta ahora, desde el «proceso de paz» a la «memoria histórica», la Z dominante ha sido la del zascandileo: el enredo oportunista por encima del rigor constitucional y las componendas antes que las soluciones.
Como bien decía ayer Ignacio Camacho en estas páginas, estamos ante «una memez que mueve a hilaridaz: la insoportable tenacidaz de ZP». Mejor es así, con una sonrisa, que con un exabrupto como los que, para demonizar al PP y a sus líderes, ha venido utilizando el zapaterismo en los últimos dos años de su oposición parlamentaria y los tres y medio que llevamos viéndolo, no siempre en las mejores compañías, en su forzada y engañosa -¿traidora?- mayoría de Gobierno. Ni que decir tiene que «con Z de Zapatero» la política gubernamental se queda en la superficie, en el gesto. Busca una sonrisa y la consigue, pero no hay más. La legislatura que ya concluye ha sido una pérdida de tiempo, un despilfarro de oportunidades sin vistas al exterior y resentimientos en el interior. Por lo menos, parece, no culmina su tiempo con ladridos.

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