martes, octubre 09, 2007

Fernando Fernandez, Incentivo al nacionalismo

martes 9 de octubre de 2007
Incentivos al nacionalismo
FERNANDO FERNÁNDEZ
EL auge de los nacionalismos periféricos en España no es una necesidad histórica, no es la fase superior del capitalismo, que diría Marx, no es ni siquiera consecuencia del centralismo impuesto por el segundo Gobierno Aznar, como gustaban de repetir los portavoces mediáticos socialistas antes de quedar entrampados en el fiasco de la reforma estatutaria y de que descubrieran el poder electoral de la marca «Gobierno de España». Es más bien el producto de decisiones políticas equivocadas y difíciles de revertir, tomadas consciente o inconscientemente en estos años en que la interpretación constitucional ha asociado unívocamente descentralización a democracia. Un binomio totalmente accidental, pues la historia de España, incluida la contemporánea, bien permitía asociar descentralización a caciquismo. Pero lo cierto es que las transferencias a las comunidades han gozado de un plus de legitimidad, sólo comparable a las decisiones que tenían que ver con Europa, inmersas ambas en un clima emocional que asociaba las ideas de Europa y Autonomía a la libertad y el progreso. Ese clima emocional permitió aprobar sin oposición la cesión plena de competencias en educación, sanidad, urbanismo o cajas de ahorro. Sólo ahora empezamos a conocer sus efectos, y los resultados no permiten afirmar que progresamos adecuadamente. Menos mal que podremos repetir Gobierno con cuatro suspensos.
La lógica económica se fundamenta en una definición discutible de la racionalidad humana, la maximización de la utilidad y el beneficio, pero que resulta útil como simplificación. Este Gobierno cree firmemente en el homus economicus y en que el comportamiento humano es modificable mediante los incentivos adecuados, sean subvenciones o impuestos. Los ha utilizado con profusión hasta crearse problemas, porque los individuos reaccionan con rapidez e intensidad a la aparición de rentas. Dada la generosidad de los subsidios a la energía solar, por ejemplo, existen solicitudes por encima de los 10.000 MW, más que toda la potencia instalada en el mundo. Burbuja financiera que ahora el Ejecutivo no sabe cómo desactivar sin lesionar derechos adquiridos y crear inseguridad jurídica.
Nadie se ha atrevido todavía a utilizar los incentivos económicos para poner límites al desarrollo del nacionalismo. No es sólo que el sistema electoral incentive la aparición de partidos nacionalistas, como es notorio, ni tan siquiera que un reparto discrecional, sin regla alguna, del gasto público prime la aparición de hechos diferenciales. Lo más grave es que se ha permitido que las autonomías de todo signo practiquen el capitalismo de Estado creando empresas públicas y redes clientelares por doquier. El Estado central ha seguido una lógica privatizadora que lo ha desarmado frente a las comunidades, mientras éstas se convertían en el principal empleador de su región. El Gobierno de España debería estar en condiciones de poner en marcha la segunda privatización, la de las autonomías y corporaciones locales, pero no tiene competencias. Sólo nos queda esperar que nos lo exija Bruselas, con amenaza de sanción incluida.
El Partido Socialista ha reaccionado al Plan Ibarretxe bis paralizando la fusión de las cajas vascas. Parece una exageración, porque si el proyecto tenía sentido financiero antes, el referéndum de autodeterminación no debería quitárselo. Y así sería si la caja resultante no fuera el embrión de un gran banco de desarrollo público, que a semejanza de lo que está queriendo hacer Kirchner en Argentina se convertiría en la punta de de lanza de la creación nacional. ¿Cuándo deja una caja de ahorros de ser una caja de ahorros? Se preguntaba esta semana el Finantial Times en su influyente Lex Column en relación a Criteria CaixaCorp. Lo mismo deberían preguntarse Solbes y Fernández Ordóñez y pensar en los incentivos perversos que se pueden poner en marcha. Y que nadie saque a relucir el victimismo vasco, exactamente los mismos argumentos valen para el proyecto de fusión de las cajas andaluzas o gallegas.

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