domingo, octubre 21, 2007

¡Elemental, mi querido Watson: El dogma de la Igualdad!

¡Elemental, mi querido Watson: El dogma de la Igualdad!
Alfonso Basallo

¡El revuelo que se ha organizado por sus comentarios sobre los negros! La Inquisición ha condenado sus palabras, como si de un nuevo Galileo se tratara.

21 de octubre de 2007. ¡Anatema! El Santo Oficio de lo Políticamente Correcto ha condenado a James D. Watson, premio Nobel de Medicina, y descubridor del ADN, por decir, en una entrevista, que los africanos son menos inteligentes que los occidentales. Y la dirección del Centro de Estudios neoyorquino donde Watson trabajaba lo ha suspendido a divinis. Escándalo farisaico. Por dos tipos de razones. 1) Ni es esta la primera vez que Watson hace comentarios contra la línea de flotación de la dignidad humana, ni es el único. Más de una vez, el descubridor del ácido desoxirri-etcétera, se ha mostrado a favor de la eugenesia (léase su libro Pasión por el ADN); así como de la clonación humana o de la manipulación genética. La atalaya científica a la que se ha encumbrado no le autoriza a jugar a Raskolnikoff, el personaje de Dostoyewski que creía estar por encima del bien y del mal. Debe creerse más listo que el resto de la humanidad y va por ahí perdonando la vida y repartiendo certificados de derecho a la existencia: unos valen, otros no valen. Nazismo puro. Lo paradójico del caso es que el Tribunal de lo Políticamente Correcto fusile al amanecer a Watson y absuelva a otros muchos Mengele aún más peligrosos. Por ejemplo, a Bernat Soria, que no es que sea partidario, sino que ha investigado con células madre embrionarias. Con ellas no sólo no ha curado ni un mal resfriado, sino que ha destruido numerosas vidas (al cargarse los embriones) y ha frustrado las expectativas de muchos enfermos. Y encima, lucrándose con dinero público, vía Junta de Andalucía. Ese peligro público ha dado un paso más al contemplar también la posibilidad de la eutanasia, otra medida de corte nazi. Y el propio ministro de Justicia, Fernández Bermejo, lo ha refrendado al sugerir que la sociedad española está madura para la "muerte dulce". No sé ustedes, pero yo no estoy maduro para que me administren la solución final; y, sobre todo, no consiento que nadie, y menos un gobernante, me amenace de muerte. ¿Quién se habrán creído que es? Sin embargo aquí nadie rechista, ni improvisados Torquemadas piden la cabeza de tipos tan inquietantes como Bernat Soria o Fernández Bermejo. 2 ) Es evidente que nadie en su sano juicio suscribiría los comentarios del doctor Watson, pero llama la atención la rapidez con la que la Inquisición lo ha arrojado al Averno. Porque –atención, atención- no todo en su razonamiento es falso. Es falso que una raza sea superior a otra. ¿Superior? ¿Con qué criterio? Pero no es falso que una raza sea distinta de otra. Watson ha cometido un gravísimo atentado contra un dogma intocable en estos tiempos: el dogma de la Santísima Igualdad. Todo aquel que ose decir que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, que las civilizaciones van cada una por su lado, que cristianos y musulmanes somos como la noche y el día, que cada raza tiene sus peculiaridades… es automáticamente condenado y aherrojado. Hemos caído en la obsesión más absurda y estéril: la de la igualdad. El Pensamiento Unico, el peinado unisex. Un loco empeño que sólo conduce a grandes desastres y a graves retrocesos (como el feminismo). No hace falta ser Nobel de Medicina para darse cuenta de que negros, blancos y amarillos tienen rasgos de diverso orden muy diferentes entre sí… o que factores genéticos, climatológicos o geográficos influyen en cada raza y explican sus peculiaridades propias. Nadie está diciendo que unas sean superiores a otras. Sino que unas están mejor o peor dotadas que otras. Igual que ocurre con cada persona, con cada carácter o cada forma de ser. Y eso no sólo no es malo, sino profundamente enriquecedor. Todos los hombres somos iguales en dignidad, y por lo tanto, en derechos… pero diferentes en todo lo demás. Afortunadamente. Pero el Santo Oficio nos quiere a todos uniformados y cejijuntos.

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