miércoles, octubre 10, 2007

El patriotismo de Rajoy

jueves 11 de octubre de 2007
El patriotismo de Rajoy
EL Partido Socialista ha respondido con inusitada dureza al llamamiento hecho a los ciudadanos por el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, para que mañana, durante la Fiesta de la Hispanidad, expresen su afecto por la bandera nacional de la manera que consideren oportuna. La reacción del PSOE empleó los tópicos habituales con los que pretende justificar su aparente e inexplicable desafección hacia los símbolos nacionales. Mariano Rajoy hizo una apelación al patriotismo tan legítima como necesaria en un momento histórico crucial para la estabilidad del Estado, su continuidad y su identidad nacional. Las causas de esta situación no son desconocidas ni ajenas al descontrol de esta legislatura. Ahí están la presión nacionalista con propuestas de referendos por la autodeterminación, como la del lendakari Ibarretxe, pero también como la de Esquerra Republicana de Cataluña, aun cuando ésta haya pasado más inadvertida; las públicas ofensas a los Reyes de España, con la quema de sus imágenes, poco graves por el escaso número de sus autores, pero inquietantes por la falta de energía en la respuesta política que debió dar el Gobierno desde el primer momento; o, gracias a los pactos del PSOE, la inserción en las estructuras del poder autonómico de partidos que repudian la legitimidad constitucional del autogobierno y propugnan la vigencia de derechos históricos predemocráticos y arcaicos. La alocución de Mariano Rajoy, al margen de cuál sea la valoración de su puesta en escena, no es un impulso gratuito ni un gesto oportunista, sino una presencia pública responsable y a la altura de las circunstancias.
No es cierto, por tanto, que el Partido Popular se pretenda apropiar de la bandera nacional o de la defensa de la Corona. Quien quiera también puede mostrarles su adhesión. Nada ni nadie ha impedido a Rodríguez Zapatero, a su Gobierno y a su partido hacer su propia convocatoria a la participación popular en la Fiesta Nacional del 12 de Octubre. Como tampoco nada ni nadie impediría a los militantes socialistas exhibir la bandera nacional en sus mítines o sus manifestaciones, porque, precisamente, por ser de todos, la enseña nacional pertenece a cada español por entero. El argumento socialista es tan vetusto como sus prejuicios por las connotaciones históricas que la izquierda española parece seguir endosando, aun cuando sea de forma inconsciente, a la enseña nacional, como una reminiscencia del franquismo. Millones de españoles, la inmensa mayoría, no están dispuestos a que la enseña nacional sea sólo la bandera de la selección de fútbol.
Con reacciones como la de ayer, el PSOE demuestra que «Gobierno de España» es un eslogan de ocasión, pero no responde a una expresión afectiva ni política sincera. No es fácil que lo sea desde el momento en que ese Gobierno se sustenta por el apoyo de partidos independentistas cuya razón de ser, a falta de un ideario propio homologable con las grandes ideas democráticas occidentales, no es otra que el victimismo doliente, la invención histórica de sus mitos y el enfrentamiento constante con España, su historia, su cultura -penoso episodio el de la feria de Fráncfort- y su identidad nacional. Mariano Rajoy ha lanzado un mensaje inédito, es cierto, pero porque también es inédita la situación actual, caracterizada por una agresión nacionalista sin precedentes, que no ha tenido la debida respuesta desde el Gobierno central, y por el acceso al poder autonómico de partidos con vocación antisistema y marginal.
Es lamentable que, a estas alturas de la historia de España, la defensa pública de la bandera y de la Corona por el presidente del principal partido de la oposición y candidato a la presidencia del Gobierno sea objeto de crítica por el PSOE. No parece que el PP deba preocuparse por ello, pues lo normal y sano en una nación como España es decir lo que ha dicho Mariano Rajoy.

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