domingo, octubre 07, 2007

El falso ganador

lunes 8 de octubre de 2007
El falso ganador
Una de las virtudes de Zapatero es que actúa como ganador de la partida tanto si la situación le es claramente favorable como si la incertidumbre es máxima. Lo hizo en la campaña electoral anterior, cuando aún no había ocurrido el atentado de marzo y el PP le aventajaba con comodidad, y lo hace ahora, cuando las encuestas, como la de este periódico hoy, indican que su proyecto de continuar en la Moncloa está seriamente amenazado.
Esa virtud es una de las razones que explican el contraste entre lo que las encuestas indican y el clima de opinión mayoritario sobre las próximas elecciones. La percepción de triunfo socialista domina los círculos de los creadores de opinión lo mismo que el ámbito ciudadano. Con una fuerza poco acorde con lo que dicen las encuestas, pero muy participativa de las ilusiones que el propio Zapatero ha logrado sacar de un mero empate.
La segunda razón también hay que atribuírsela a Zapatero. Es la eficacia que su estrategia de alianzas con los nacionalistas para aislar al PP ha tenido también en el clima de opinión sobre el protagonismo, la legitimidad o las posibilidades de los dos grandes partidos. A pesar de la fortaleza de su intención de voto, la imagen pública del PP ha estado marcada durante toda la legislatura por el estigma del partido solo y arrinconado.
Y la tercera le corresponde al PP, que aún actúa como si las encuestas le auguraran una derrota el próximo año. En buena medida por las características de su líder, Mariano Rajoy, que, en lo que a la teatralización de la política se refiere, se sitúa en las antípodas de Zapatero. Rajoy es uno de esos líderes que tratan el empate exactamente como un empate, lo que es muy loable en términos de racionalidad, pero poco recomendable para el humor de los seguidores antes del partido.
Las campañas electorales se parecen más a los partidos de fútbol que a los debates racionales y el clima del falso ganador y del falso perdedor instalado en España es uno de los problemas que el PP necesita resolver en estos próximos meses. Sobre todo, porque ni siquiera tiene correspondencia con los datos y con los cálculos racionales.

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