martes, octubre 09, 2007

Diego Merry del Val, Coran contra terror

martes 9 de octubre de 2007
Corán contra terror
DIEGO MERRY DEL VAL
La opinión de un verdadero experto en cuestiones relativas a la guerra contra el terrorismo es un fruto exótico que raras veces pueden ofrecer los medios de comunicación y que ninguna persona con genuino interés en el asunto debería perderse. Robert Baer, autor del artículo que publicaba ayer The Times bajo el título «No hay defensa contra los niños de la muerte», no es precisamente un aficionado. «Yo solía trabajar para la CIA en Oriente Medio. He visto cosas terribles, pero el adoctrinamiento de Farman (un niño «kamikaze» afgano) supone un paso más en la profundidad de la depravación humana: reclutar a un niño inocente para volarlo por control remoto. Un niño vengativo y letal como Farman es la pesadilla de cualquier jefe de inteligencia occidental. Una bomba humana programada con la que no se puede razonar y contra la cual hay poca defensa real. Sin embargo, tenemos que encontrar la manera de neutralizar este arma».
Las conclusiones de Baer son tajantes. «Las lecciones que hemos aprendido son complejas, pero hay una respuesta. El culto del terrorista suicida desaparecerá. El culto de la muerte será borrado de la faz de la Tierra. Sin embargo, no lo derrotaremos sólo a través de medios militares o de defensa. Simplemente es imposible. Con una conexión a internet, cualquier adolescente puede empezar a descargarse propaganda venenosa. Puede contemplar vídeos de decapitaciones con sus nuevos amigos de la red. Esta es una batalla ideológica que será ganada, o perdida, en la mezquita local, en la mesa familiar o mediante nuestros amigos en el mundo islámico. El terrorismo será derrotado no por los cañones, sino por los propios principios coránicos».
Por su parte, el New York Times dedica un editorial a criticar la presencia de agentes de seguridad privados en Irak, como los de la empresa Blackwater. «Los cerca de 180.000 contratados que trabajan para agencias gubernamentales en Irak, incluidos 30.000 guardias fuertemente armados, se han convertido en una herramienta útil para la Administración Bush. Tapan huecos del Ejército y sus bajas no se incluyen en los recuentos del Pentágono.

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