domingo, octubre 21, 2007

Detener el deterioro

Detener el deterioro
21.10.2007 -

La indignación que revela la directora general de Osakidetza en la entrevista que hoy publica este diario, así como el malestar que rezuman los comentarios con que la acompañan los representantes de los diversos estamentos laborales de la institución, son la mejor prueba de la tensión que se prolonga en la sanidad vasca desde hace ya demasiado tiempo. No cabe duda de que el sistema sanitario es un entramado complejo, cuya gestión exige altísimas dosis de competencia profesional. El alto número de trabajadores, la extremada compartimentación de sus funciones e intereses, la excesiva tasa de interinidad en los contratos, la ajustada dotación y el notable envejecimiento de las plantillas, la fuerte presión de una demanda en permanente crecimiento y la necesidad de continua adecuación a los avances científicos y tecnológicos son factores que han de conjugarse entre sí, además de con los límites de unos presupuestos públicos que no admiten una expansión ilimitada. Pero, reconocida la complejidad del sistema, no pueden no señalarse también los errores cometidos en su gestión. El más reciente, que conviene denunciar por ser la causa inmediata de la explosión del conflicto que el sistema vive en estos momentos, ha consistido en la tendencia que han demostrado los gestores de la sanidad vasca a ofrecer soluciones fragmentadas a problemas particulares, sin percatarse de la incidencia que las partes tienen en el todo cuando de sistemas complejos se trata. Así, el acuerdo que Osakidetza ha alcanzado con el Sindicato Médico Profesional parece haber actuado de detonante en una situación que se revelaba ya explosiva, haciendo aparecer como agravio comparativo lo que, si se hubiera insertado en la globalidad de la negociación, sólo habría sido la satisfacción de una reivindicación razonable. De este modo, la división interna, y el malestar entre los mismos profesionales, ha venido a añadirse, como uno más, a los problemas ya existentes y ha conducido el conflicto a un enquistamiento de difícil desenlace. Y, aunque pueda sonar ingenuo apelar a ella, sólo la responsabilidad de las partes podrá detener el deterioro de un sistema ya resentido, entre otras cosas, por la prologada conflictividad que aquéllas mantienen.

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