domingo, octubre 07, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Y dale con la sociedad civil

lunes 8 de octubre de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Y dale con la sociedad civil
Se quejaba ayer Ramón Villares de la falta de apoyo de la sociedad civil, a cuenta del Día das Letras Galegas. Pobre sociedad civil. Todo el mundo se mete con ella, sin que pueda defenderse. El político, el intelectual, el dirigente, la utilizan como un saco de boxeo cuando hay que echarle las culpas a algo. Ella calla, aguanta, porque sabe que una de sus misiones es servir de chivo expiatorio a ciertas frustraciones.
La otra, según el presidente del Consello da Cultura Galega, sería implicarse más en el festejo, aunque un poco más adelante en la entrevista, admite el amigo Moncho que tenemos una cultura un poco litúrgica y formalista. Es verdad, y eso explica que el mismo pueblo que participa en fiestas y romerías, haga caso omiso de los fastos culturales de marchamo oficial.
La gente se da cuenta de que esas cosas están administradas por mandarines que moran en una especie de ciudad prohibida de academias, consellos e institutos. Había una cultura popular que vivía oprimida por otra cultura oficial, en este caso de expresión castellana y vocación imperial, y unos príncipes azules que se empeñaron con audacia en rescatarla; lo consiguieron.
Lo malo es que esa cultura recuperada se rodeó de sofisticación, se entregó a cortesanos para que la cuidaran y se volvió a alejar del pueblo de donde procedía. Nada hay más triste hoy en día que escuchar al viejo paisano lamentarse de lo mal que habla el gallego. Su vergüenza de antes frente al castellano se transforma en otra, ante un idioma que el crío para que ahora retorne mirándolo por encima del hombro.
El modelo en el que estamos instalados hace muy difícil la conexión entre lo popular y lo oficial, en lo que a cultura se refiere. Se basa en una serie de principios que pertenecen a la mitología más que a la sociología. Parte de la idea de otorgar a un reducido grupo de gallegos profesionales, la representación de los gallegos reales.
Volviendo a la estupenda charla que Laura Vieiro mantenía con Villares, en ella el presidente del Consello da Cultura alude con admiración al Sant Jordi catalán, para contraponerlo a nuestro apático 17 de Maio. Puede ser que la sociedad civil de Cataluña se implique más, pero en todo caso ellos son como son, con unas circunstancias que no son las nuestras, y un punto de partida en su recuperación cultural, muy diferente. Tal vez el error esté en haber pensado tiempo ha que éramos una pre-Cataluña cuyo destino consistía en emularla.
Padecemos así una dislocación entre un entramado de instituciones culturales que pueden equiparse a las catalanas, y una sociedad que va a un ritmo diferente, vibrando con el San Froilán y pasando del 17 de Maio. Reñirle por ello es injusto y poco efectivo. Para empezar, es esa sociedad civil la que costea instituciones desde cuyo púlpito le piden más compromiso.
El compromiso social es ése. A los integrantes de esa sociedad que trabajan, se ocupan de sus hijos, se esfuerzan por llegar a fin de mes, no puede pedírseles que dediquen horas extras a cultivar la identidad que definen los que se han profesionalizado en Galicia. Eso no es justo. Tampoco efectivo, cuando hablamos de un país democrático que dejó atras la adolescencia.
Si tenemos una cultura litúrgica, como el propio Villares admite valientemente, hay que atenerse a las consecuencias. La más importante es que se quede sin feligreses, hartos de ser espectadores de lo que hacen los sacerdotes en el altar. No es la sociedad civil la que falla, pobriña.

No hay comentarios: