jueves, octubre 18, 2007

Blanca Alvarez, Imitaciones

Imitaciones
18.10.2007 -
BLANCA ÁLVAREZ b.alvarez@diario-elcorreo.com

A veces doy en pensar que al ser humano lo entenderíamos mejor desde la zoología. Heredamos la memoria de la primera ameba y no logramos alejarnos totalmente de nuestra parte animal. A veces para bien. Casi siempre en lo peor. Podemos enloquecer como chimpancés o babuinos dopados; adquirimos alma de rata destructiva capaz de comerse la propia cloaca así no tenga otra a donde ir; repetimos tonterías y mentiras con la intacta fe de un loro Pero, desde mis tiempos de colegio de monjas, existen un par de animales que me fascinan. Los cisnes, genuinos representantes de la belleza por el simple accidente de su quietud; y la lechuza, sinónimo de inteligencia tan sólo por su mirada asombrada y su silenciosa pose.Las más listas del colegio, no inteligentes, listas, estudiaban su mejor ángulo, después ensayaban, durante horas, el mejor modo de ofrecerlo y permanecían quietas como cisnes en tal pose. Bastaba con desencajar la quietud de las falsas bellas, obligarlas a un gesto no ensayado y ¿zas! Como cisnes fuera del agua: patosas y torpes como el peor adaptado de los patos. Nadie les advirtió de algo básico: el movimiento requiere inteligencia para que resulte armonioso, gracioso, grato a la vista.Algunos humanos, conscientes de su falta de capacidad intelectual, van por la vida con la pose impostada de una lechuza. Durante mucho tiempo, para muchos congéneres, adquieren la impronta de seres inteligentes, sensatos, serios y con una valía tal que no necesitan ni siquiera manifestarse. Lo malo es que un mal día, con el ego en plan subidón, van, se lo creen y abren la boca. La cagan, claro. Entonces dejan al descubierto la escasa enjundia de sus neuronas por más que mantengan el gesto impávido que, a esas alturas, ya no recuerda a la lechuza sino a una oveja sin una sola idea propia.Durante años, muchos creyeron que el señor Mayor Oreja escondía, tras su quieta pose de prohombre, una inteligencia y una sabiduría tan sólo ocultas por su modestia. Alguna metedura de pata no bastaba para borrar esa certeza porque las imágenes fijadas en nuestra retina necesitan una goma contundente para desaparecer. Mayor Oreja lo consiguió hace unos días cuando se preguntó por qué tenía él que denostar al franquismo, con la tranquilidad que supuso la dictadura y lo bien que nos fue a todos. No lo ensayó, esta vez no tuvo a bien fijar esa pose de lechuza sabia para ocultar su vacuidad mental. A ver si aprende del jefe, o casi, de la banda, que graba vídeos en plan presidencial, imagino que por dos razones: para ir ensayando y para grabar esa imagen de estadista en la retina de los más incautos.

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