martes, octubre 23, 2007

Amando de Miguel, El burro aprendió a hablar, pero no a pronunciar

martes 23 de octubre de 2007
La lengua viva
El burro aprendió a hablar, pero no a pronunciar
Christopher Kelly anda preocupado porque un taxista de Madrid le preguntó si él era francés con el comentario de que parecía tener acento andaluz. Bueno, no creo que el taxista fuera precisamente el profesor Higgins.

Amando de Miguel

Juan Manuel Crespo se ha sorprendido al ver en un libro de Anaya (editor) que "la letra r se pronuncia como ere, y la letra rr como erre". Vamos a cuentas. No hay más que una letra, la r, que se pronuncia de dos formas: ere y erre. Cuando va entre vocales o precedida de consonante distinta de n, l ó s, la letra r se pronuncia ere (suave). Cuando es la primera letra de una palabra o precedida de consonante n, l ó s, la letra r se pronuncia de forma reduplicada como erre. La letra r se escribe como rr, para indicar el sonido reduplicado entre vocales. Supongo que ese sonido procede del vascuence.
A. Parra (Madrid) me pregunta cómo debe pronunciarse el sonido "g" cuando va entre consonantes, como en "magnífico" o "diagnóstico". La duda es más bien cuando el sonido "g" va en posición final de sílaba. La norma es que se pronuncie una "g" suave, por ejemplo, en "magnífico", más parecido a "maganífico" que a "majnífico". Sin embargo, en mi tierra zamorana y en León se pronuncia "majnífico" y a mí me suena muy bien, algo rotundo. Concretamente, es así como pronuncia "magnífico" mi cuate José Luis Gutiérrez y a mí me agrada. (Todavía no se ha admitido que cuate es también el que comparte con uno la autoría de un libro). Lo de la letra "g" es una excepción en la claridad fonética del español. Para empezar, escribimos "la letra g" y pronunciamos "la letra je", no "la letra gue". Por si fuera poco, algunos manchegos y andaluces tienden a pronunciar "los gitanos" como "loj jitano". Esas jotas son más bien un sonido aspirado. Como es notorio en España, el ex ministro José Bono es un maestro en exhibir ese sonido aspirado.
Corazón Verde observa la tendencia, en el habla coloquial, de cambiar la "s" final de algunas palabras por un sonido parecido a la "r". Así, "buenor días", "vamor a ver", etc. No tengo idea de dónde puede provenir esa tendencia y qué significa.
Christopher Kelly (supongo que irlandés o de ascendencia irlandesa) anda preocupado porque un taxista de Madrid le preguntó si él era francés con el comentario de que parecía tener acento andaluz. Bueno, no creo que el taxista fuera precisamente el profesor Higgins. Un andaluz no suele pronunciar las eses finales. En francés las voces suelen ser agudas y en inglés destacan las palabras acentuadas en la primera sílaba. Como es sabido, en español las acentuamos sobre todo en la penúltima sílaba. En español tenemos sonidos fuertes (jota, erre doble) que en inglés se suavizan mucho y se hacen nasales. Pero, en fin, lo fundamental es saber que en España el acento extranjero no resulta un desdoro. Puede que sea una consecuencia de nuestra vocación de alojar turistas.
Juan Andrés Peña contradice mi tendencia a la tolerancia en las formas de pronunciar el español. Su opinión es que "las reglas son las reglas" y que "por muy simpático que le parezca, un madrileño que pronuncia la "d" final de "Madrid" como si fuera una "z" [...] simplemente habla incorrectamente el español". No soy yo tan estricto. Muchos españoles pronuncian "Madriz", otros "Madrí" y otros "Madrit". ¿Realmente hay tantos españoles que hablan incorrectamente el idioma español? Desde luego, "las reglas son las reglas", pero de igual modo se podría decir que "las reglas no son las reglas". Hay que distinguir la lengua del habla. En el primer caso la categoría fundamental es la corrección. En el habla el criterio es más bien la frecuencia de uso.
Luis Botanca cuenta la anécdota que le sucedió en Puerto Rico. Un lugareño le espetó:
En el centro de la isla hay muchos corsos y, además, se casan.
La información le pareció extraordinaria. ¿Qué tendría de particular que los corsos se casaran? Pero ¿por qué tenía que haber en Puerto Rico tantos inmigrantes de Córcega? Hasta que el español comprendió que se trataba de "corzos que se cazan". Supongo que en Canarias habría podido suceder una historia semejante.
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