miércoles, marzo 07, 2007

Xavier Navaza, Las hipotecas que deja el poder

miercoles 7 de marzo de 2007
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Las hipotecas que deja el poder
El vicepresidente de la Xunta de Galicia ha felicitado al líder del PPdeG por decidirse, al fin, a pedir a Madrid la transferencia de las autopistas: "Pero llega usted con dos años de retraso", le ha dicho Anxo Quintana a Alberto Núñez Feijóo. De nuevo, nacionalistas y populares están de acuerdo, aunque sobre las espaldas de Núñez Feijóo se siente la pesada hipoteca que dejó tras sí la década y media en que Manuel Fraga ocupó la presidencia del Gabinete.
Una vez más, se comprueba que el poder no se ejerce impunemente y que, más tarde o más temprano, pasa factura a quienes lo ejercieron. En este caso, el precio que ha de pagar don Alberto es la falta de credibilidad política para demandar ahora lo que durante mucho tiempo rechazó. No sólo huyó de toda vindicación ante Madrid en este ámbito sino que, con Fraga en Compostela y José María Aznar en La Moncloa, los populares llevaron a cabo la privatización de las principales arterias de nuestra tierra, a costa de renunciar a su control como elementos de vertebración y de cohesión territorial del país.
A pesar de todo eso, sin embargo, tanto Feijóo ahora como antes el joven Quin, ambos tienen razón en sus peticiones: aunque, Galicia, tras la privatización, tiene un margen de maniobra mucho menor para incidir en su comportamiento social y económico, el hecho de que las autopistas formasen parte integral del patrimonio de la Comunidad autónoma, aportaría, de entrada, beneficios y prerrogativas que hoy están en las manos exclusivas del Gobierno central. Alfonso Rueda, secretario general del PPdeG, ya ha adelantado que la privatización supuso un ingreso extra muy suculento para la Administración central: 1.600 millones de euros, de cuyo sonido Galicia ni se enteró cuando el inquilino de La Moncloa ya no era Aznar sino José Luis Rodríguez Zapatero.
O sea que el centralismo, pase lo que pase en el futuro con nuestras autoestradas del alma, ya nos ha costado un riñón a los ciudadanos que vivimos en el azaroso finisterre de la Unión Europea. Y eso sí que es un peaje: después de pagarlo, la supresión de tarifas en los tramos de Rande a Puxeiros y de Fene a Ferrol fue algo así como un chupachup para que los chicos, en plena fiebre electoral, se quedasen quietos en el rincón.
La propuesta del PPdeG es razonable y cabal. Y goza, en principio, del consenso general. Su único defecto, pues, es que provenga de quien proviene: el mismo que -estando en el poder- dobló una y otra vez la cerviz ante los patricios de la derecha y ante los jacobinos del Gobierno central, cuando aquel señor del bigotito estaba en pleno cerrojazo autonómico sobre el laberinto.
Si gozará de consenso que -como recordaba ayer el alaricano- forma parte de aquella iniciativa del Benegá que la Cámara galaica aprobó en el otoño de 2005 y que, con el apoyo de todos, socialistas, populares y nacionalistas, facultaba al Gabinete bipartito a negociar con Madrid el traspaso de setenta nuevas competencias incluidas en el famoso artículo 150.2 de la Constitución.
PATRIMONIO NACIONAL
Los celos de Pedro Solbes
Aclarado que todos están de acuerdo pero que, tal vez por eso mismo, jamás tocarán la misma melodía, queda por saber si -después de los últimos palos- Emilio Pérez Touriño está dispuesto a arriesgarse a sufrir otra negativa del vicepresidente Pedro Solbes, siempre celoso de la conservación del patrimonio económico del Estado en sus manos. He ahí el quid de la cuestión. En cuanto a Anxo Quintana y a Alberto Núñez Feijóo, ambos, de acuerdo una vez más, se darían con un canto en los dientes si con ello contribuyen a agudizar las contradicciones internas del Partido Socialista en el marco de las relaciones entre Compostela y Madrid .

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