lunes, marzo 05, 2007

Xavier Navaza, Barreras, otra vez será, será, será....

Xavier Navaza
corresponsal en galicia
Barreras, otra vez será, será, será...
Fue bonito mientras duró. Ese rutilante cometa del naval llamado Barreras, que impulsa Paco González Viñas con la intención y el gesto de un director de la Orquesta Sinfónica Nacional, sentó ante nuestros ojos la prometedora realidad -actualizada y puesta al día- de aquellos hombres de empresa que un día pusieron en marcha la revolución industrial en la Ciudad del Olivo.
Llevaban barretina a la cabeza, dominaban el Berbés y hasta zonas enteras de la gran urbe del Sur tenían su propio copy right: Areal dos Cataláns, por ejemplo, que así se llamó durante décadas el down town de Vigo cuando el resto de Galicia apenas pugnaba por salir del cacicato medieval.
Lo que pasa es que Viñas no pertenece a aquella saga que vino del Este hace doscientos años, cuando el Mediterráneo no les daba ni para comer y buscaban las ubérrimas mareas del Atlántico. Es gallego de pura cepa hasta la más vieja raíz y milita en esa constelación de emprendedores que, poco a poco, asoma en el horizonte del laberinto.
O sea, que podemos.
La fulgurante puesta en escena de Barreras, pujando para darle vida a los tiempos muertos -espacios muertos- de Navantia en Perlío, demuestra que tenemos razones para confiar en el futuro de nuestro país. Y que si algo nos falta es presencia en el corazón de Europa. Nuestra ausencia en la Unión se agrava por el comportamiento de Madrid, es decir, por el instinto jacobino del Gobierno central, empeñado en vivir de espaldas al mar y dominado por una humillante sumisión a los voraces tiburones que habitan en las turbulentas aguas de Bruselas. Eso... y el comportamiento individualista y parroquial de nuestra élite dirigente.
Viñas ha comprendido enseguida que sin el consenso de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), el ministro de Economía, la Xunta, los partidos políticos y las centrales sindicales que operan en Ferrolterra, no hay nada que hacer en aquel erial de cemento y hierro que en otros tiempos puso en el mar algunos de los mejores buques del planeta.
Al día siguiente de que los medios diesen cuenta de la negativa de la comisaria de Competencia de la UE, Neelie Kroes, a que Perlío regrese a la construcción naval antes de mediada la próxima década, Viñas ya estaba proponiendo urbi et orbi alternativas llenas de ingenio, creatividad y fe en el futuro. Nuestros líderes políticos, por el contrario, aprovecharon el fracaso inicial para lanzarse a degüello sobre la yugular de sus adversarios.
De entrada, como ya sucediera con la tragedia del Prestige, en ámbitos nacionalistas se aprovecha estos días la doble negativa de Bruselas y de Madrid para poner en duda la operatividad de la Administración central, es decir, del Estado español, en el finisterre de la Unión. O sea, que se usa el revés para alimentar a los fantasmas del independentismo. En cuanto a los populares, ya ven a Alberto Núñez Feijóo dirigiéndose a Emilio Pérez Touriño como si ambos estuviesen representando una escena de duelo en el OK Corral. Viñas ha hecho bien en hacer mutis por el foro y poner al abrigo de la greña que se avecina sobre la fronda.
PERIFÉRICOS
Bruselas, el intercambio desigual
La breve presencia de Barreras en los fantasmales escenarios de Perlío ha constatado la existencia de un intercambio desigual de los poderes en el seno de la Unión Europea. Somos una comunidad periférica, no tanto geográfica como políticamente; y eso se paga. La arrogancia de Madrid también ha contado lo suyo. Y si, por encima, los líderes de nuestros partidos y centrales sindicales siguen divididos y ensimismados en la interminable mirada de sus ombligos... la debilidad será siempre nuestra tarjeta de presentación. Sigue el divorcio entre una clase empresarial cada vez más sólida e imaginativa y los clanes que habitan en la cúpula política de la nación .

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