lunes, marzo 05, 2007

Ramon Armengod, Forcejeo en los Santos Lugares

lunes 5 de marzo de 2007
Forcejeo en los Santos Lugares
RAMÓN ARMENGOD

Jerusalén, a pesar de ser un nombre que encierra la raíz 'paz', tiene la historia más plagada de luchas religiosas del mundo. La ciudad tres veces santa para las religiones monoteístas nacidas en Oriente Próximo (judaísmo, cristianismo e islamismo) contiene los metros cuadrados de terreno más disputados. Ahí, los monoteísmos no sólo poseen un patrimonio amplísimo urbano y territorial, sino que han ido ocupando sucesivamente los 'lugares santos' del monoteísmo precedente tras conquistas nada piadosas. El lugar cumbre de tal situación es la colina situada al este de la ciudad antigua, amurallada aún hoy, conocido como Monte del Templo para los judíos y 'Noble Santuario' para los musulmanes. Dicho lugar -tenido por el monte donde Abraham, padre de los pueblos semitas, ofreció su hijo a Dios- ha sido sucesivamente espacio del Templo de Salomón, destruido por los babilonios, y una segunda versión del Santuario del Dios de Israel después, edificada por Herodes el Grande, templo que Jesucristo conoció y que destruyeron los romanos en el año 70 del calendario cristiano. La conquista de Palestina y Jerusalén por el imperio árabo-islámico corrió a cargo del Califa Omar en el año 638. Siguiendo la costumbre musulmana de ocupar santuarios históricos anteriores, se edificó en 691 la mezquita con cúpula, llamada de la Roca, en conmemoración del sacrificio de Abraham en este lugar santo que comprende toda la explanada del monte del templo judaico, donde se encuentra otra mezquita, llamada Al-Aqsa (La Lejana), erigida como iglesia durante la ocupación por los cruzados. Con tales antecedentes, no es de extrañar que, desde su comienzo, el conflicto árabo-israelí tuviese un punto especialmente difícil en este lugar tan discutidamente santo. Para Israel, es el centro geográfico de su pretensión religiosa y de su historia, aunque haya de reducir ahora el culto a Yahvé al llamado 'Muro de las Lamentaciones', un lienzo y contrafuerte de la base de la colina del Templo.Desde la ocupación de Jerusalén por las tropas judías en 1967, la tensión en torno al Monte del Templo ha ido aumentando. Los palestinos, aunque basasen su pretensión anti-Israel en los derechos del pueblo árabe, utilizaron el apoyo de los pueblos islámicos para conservar Haram'El Sharif, tercer santuario del Islam, poco tenido en cuenta históricamente. En cambio, la monarquía jordana, los hachemitas expulsados de Arabia, valoraron siempre este lugar de culto menor para reafirmar su papel histórico de guardianes de los santuarios del islam, hasta que el propio rey Hussein se vio obligado a confiar a la OLP este patronazgo después de abierto el proceso de paz palestino-israelí.Desde ese momento, y paralelamente a los altibajos del proceso de paz, se han producido denuncias y disturbios palestinos por el temor creciente de que los israelíes quieran modificar el estatus de la explanada, convertida en un enclave árabe en una Jerusalén cada vez más israelizada. Las excavaciones arqueológicas, unidas al conocimiento de que Jerusalén es una ciudad con varios estratos históricos edificados unos sobre otros, ha creado un estado de sospecha y hostilidad con múltiples incidentes. Todo ello se produce al estar rodeado el 'Monte del Templo' por fuerzas israelíes que filtran las entradas y salidas a lo que es santuario islámico, administrado por árabes musulmanes. Los extremistas judíos han intentado en varias ocasiones entrar en la explanada y realizar allí sus ritos, lo que es considerado una blasfemia por los musulmanes, y que va en contra del llamado 'estatu quo' internacional de la Ciudad Santa.El verano pasado se produjo otro incidente al intentar reabrir una pequeña ventana de la Mezquita de Al-Aqsa que las autoridades israelíes cerraron bajo el pretexto de que violaba el 'estatu quo'. En cambio, la decisión de esas mismas autoridades de reparar un puente de acceso a la Explanada de las Mezquitasha sido explicada diciendo que dicha rampa es necesaria por ser, según la tradición, «la única por la que los no musulmanes pueden acceder al Monte del Templo», lo que sirve no sólo a los turistas sino también a los judíos.La reacción de los jeques árabes administradores del 'Noble Santuario' se basa en que los israelíes buscan socavar los cimientos de las mezquitas para que se arruinen, y poder así reordenar la Explanada del Templo de forma que se complete la ocupación y modificación de la Ciudad Vieja, a lo que se han estado dedicando las autoridades judías desde 1967. Este proceso se ha acelerado con la construcción de un muro que separa el municipio ampliado de Jerusalén de los territorios palestinos, la presión sobre los habitantes árabes para que abandonen su sector en el perímetro del Jerusalén de mandato británico, etcétera. Asistimos por tanto a un forcejeo judío-islámico que representa en profundidad todos los aspectos del conflicto y que, con el giro extremista de los monoteísmos en estos últimos años, se convierte en factor explosivo.

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