sábado, marzo 03, 2007

Quiñonero, Asesinos y miopes

sabado 3 de marzo de 2007
Asesinos y miopes

Por Juan Pedro Quiñonero
LA gestión penitenciaria, judicial y política del caso del etarra De Juana Chaos suscita las más vivas reservas sobre la altura personal de José Luis Rodríguez Zapatero.
Tras recordar que se trata del caso de uno de los personajes «más ensangrentados» de la historia de ETA, Le Monde, en París, sentencia: «La gestión del Ejecutivo fue al menos desafortunada ante el historial penitenciario del terrorista, a quien se aplicaron reducciones de pena cuando no había tenido ningún comportamiento ejemplar».
En Londres, el Times es mucho más brutal y titula su editorial de este modo: «Zapatero ha demostrado que no puede competir con un enemigo implacable». Tratándose de un tema de Estado de estas proporciones, el Times trata a Zapatero de este modo: «Da una apariencia de improvisación política permanente (...) Parece titubeante y miope (...) El equilibrio se inclinó a favor del criminal».
Belfast Telegraph y el Independent londinense estiman, por el contrario, que «España ha aprendido la lección del Ulster». A juicio de ambos periódicos, «los sondeos de opinión sugieren que una mayoría de ciudadanos quiere la paz, incluso al precio de aceptar la presencia de terroristas en el proceso».
Sin embargo, los lectores que escriben al Times de Londres no parecen reflejar tal opinión. Hay opiniones muy favorables a Zapatero y el «proceso», incluso a ETA, tratando a España de «Estado fascista». Sin embargo, son muy mayoritarios los lectores que describen una consternación masiva. Miguel Gavira, de Madrid, escribe al director del Times: «Estamos a merced de una banda de asesinos». Idoia, que escribe desde San Sebastián, se pregunta qué mal había en alimentar a De Juana Chaos en Madrid. Desde Aranjuez, Juan María se pregunta si Rubalcaba sentía los mismos escrúpulos cuando aprobaba los crímenes del GAL y cuando su Gobierno combatía al mismo De Juana Chaos, ya entonces, con recursos y argumentos de presión de otra índole.
Juan Pedro Quiñonero

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