lunes, marzo 12, 2007

Paulo Coelho, Descubriendo lo mejor de uno mismo

lunes 12 de marzo de 2007
Descubriendo lo mejor de uno mismo

La búsqueda de la humildad Hace muchos años, vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todo el que se cruzaba en su camino. Por esta razón, Dios envió a un ángel para que conversara con él. –Dios me ha pedido que venga a visitarte y te comunique que Él quiere recompensarte por tu bondad –dijo el ángel–. Sea cual sea la gracia que pidas, te será concedida. ¿Te gustaría tener el don de sanar? –De ninguna manera –respondió el hombre–. Prefiero que sea el propio Dios quien seleccione a los que deben ser sanados. –¿Y qué me dices de conducir a los pecadores hacia el camino de la Verdad? –Eso es un trabajo para ángeles como tú. Yo no quiero que nadie me venere ni que me señalen como ejemplo todo el tiempo. –Yo no puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si tú no eliges, te verás obligado a aceptar uno. El hombre reflexionó un poco, y respondió finalmente: –En ese caso, lo que deseo es que se haga el Bien a través de mí, pero sin que nadie se dé cuenta, ni yo mismo, que en caso contrario podría pecar de vanidad. Y entonces el ángel hizo que la sombra de aquel hombre tuviese el poder de sanar, pero sólo cuando el sol le diese en el rostro. De esta manera, allí por donde pasase, los enfermos sanaban, la tierra volvía a ser fértil y las personas tristes recuperaban la alegría. Este hombre caminó durante muchos años por la Tierra, sin llegar nunca a darse cuenta de los milagros que su sombra realizaba a sus espaldas cuando tenía el sol enfrente. Así logró vivir y morir sin ser consciente de su propia santidad. La fuerza del deseo El yoga Ramakrishna ilustra, mediante una parábola, la intensidad del deseo que debemos tener: El maestro llevó al discípulo a las proximidades de un lago. –Hoy voy a enseñarte qué significa verdadera devoción –dijo. Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y, sujetándole la cabeza, se la empujó bajo el agua. Transcurrió todo un minuto y, a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie. Al final del segundo minuto, el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse, jadeante. –¡Usted ha querido matarme! –gritaba. El maestro esperó a que se calmara, y dijo: –Si hubiera querido matarte, lo habría hecho. Sólo quería preguntarte qué sentías mientras estabas bajo el agua. –¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire! –Se trata de eso exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando sólo tenemos un único deseo y llegaremos a morir si no conseguimos realizarlo. El despertar de la atención Myiamoto Musashi, el célebre samurái que escribió El libro de los cinco anillos, comenta: toda persona está siempre alerta, lista para defenderse y contraatacar, porque vive inmersa en el miedo y en la paranoia de que los demás la aborrecen. Por esto mismo, también nuestro adversario, por muy brillante que sea, es inseguro y reacciona con una violencia exagerada a la provocación. Al actuar así, muestra todas las armas que tiene, y conseguimos saber cuáles son sus fortalezas y sus puntos débiles. Musashi denomina a esta técnica «accionar la sombra». En realidad, el guerrero de la luz no entra en combate, sino que se limita a provocar un poco y la sombra de su provocación confunde al adversario.

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