jueves, marzo 08, 2007

Miguel Martinez, No se la va a picar un pollo

viernes 9 de marzo de 2007
No se la va a picar un pollo
Miguel Martínez
S I usted, mi querido reincidente, ha llevado a cabo la insana y poco recomendable tarea de leer mis últimas columnas, se habrá hecho una idea, al conocer el cambio de situación penitenciaria de DJ (léase y entiéndase De Juana, que ya está hartito un servidor de escribir ese nombre de mujer, referido a un hombre, que en realidad es un animal), de la poca gracia que le ha hecho a un servidor el que le haya sido aplicada la prisión atenuada. No en vano quien les escribe ha rajado reiteradamente sobre la eventualidad de la aplicación de tal medida, por legal que ésta sea. Porque, aunque efectivamente se dan las circunstancias contempladas en las leyes para que DJ se beneficie de la prisión atenuada, no hay que olvidar que ha sido él mismo quien las ha provocado. Sería como si, cada vez que saliera de permiso penitenciario, un preso asesinara a uno de sus propios familiares y la dirección del centro concediera, cada vez, un nuevo permiso para que el reo pudiese asistir a los oficios fúnebres de sus propias víctimas. Obviamente que es legal que la dirección del centro penitenciario autorice un permiso para acudir al entierro de un familiar, pero ¿sería ético y prudente en este hipotético caso del homicida de parientes? ¿No estaría alentando la dirección del centro que nuevos reos aprovechasen sus permisos para quitar de en medio a suegras y cuñadas sólo con la intención de conseguir permisos nuevos? Y uno intenta ponerse en el pellejo de Zapatero para entender la razón de esta decisión, a todas luces impopular. Más fácil hubiera sido infiltrar a un agente del CNI que, debidamente disfrazado de enfermera o de bombona de oxígeno, esperara pacientemente a que DJ se metiera, entre pecho y espalda, un Biomanán con All Bran de Kellogs migados y Coca Cola Light (cero calorías), para entonces fotografiarlo, discretamente y sin darle tiempo a “meter barriga”, desmontándole así el farol, que está claro y cristalino que la huelga de DJ es más falsa que un billete de tres euros, pues no ha hecho sino una cura de adelgazamiento con una dieta hipocalórica por la que las famosas pagan cantidades obscenas mientras que al asesino éste se la hemos sufragado todos a través de la Seguridad Social. Resulta evidente que Zapatero debía esperar que la derecha aprovechara esta circunstancia para echarse a la calle a pedir su cabeza y su dimisión -lo hace habitualmente y por motivos muchísimo menos consistentes-, por lo que el hombre ha de tener razones poderosas para aguantar el tirón y las nuevas antipatías que a buen seguro le habrá granjeado mandar a DJ a que atenúe el cumplimiento de su pena. Y resulta evidente que esta maniobra política ha de tener relación con la tregua que, pese a haberla dinamitado, ETA afirma que continua vigente, aunque muchos de los que anteriormente albergábamos esperanzas en ese proceso de paz no entenderíamos su reactivación a menos que viniese refrendada por la previa rendición incondicional y la consecuente entrega de armas. ¿Tanto rédito espera obtener Zapatero por la prisión atenuada de DJ? No es por ser agorero pero un servidor –ojalá se equivoque- lo aventura poco probable. ¿Y lo de Rajoy? En su línea. El día que en clase explicaron el significado de la palabra “moderación”, él no fue al colegio. Cuentan que el jefe de su pandilla, uno al que llamaban Aznarín, se lo llevó a hacer novillos y se quedó sin saber lo que significaba, porque, de no ser así, hubiera aprovechado el tema DJ para hacer una oposición inteligente, moderada, de sentido común, y encaminada a captar la atención de los votantes que se mueven por el centro izquierda y que pueden haber quedado desencantados con la gestión de ZP ante el terrorismo, lo que no se consigue compartiendo actos con la ultra derecha en eventos donde se exhiben camisas azules, se entonan caras al sol y se utilizan otros símbolos preconstitucionales, acompañados de alaridos –cuando no rebuznos- del tipo “España cristiana, no musulmana”, “Los moros a su tierra en patera” o “Socialistas terroristas”. ¿Se referían a los diputados y senadores socialistas o también a los militantes y simpatizantes? ¿Y qué tendrán que ver los moros con DJ? ¿No tienen mis reincidentes la sensación de que los moros son, a cierto sector de la derecha, lo que Doña Leticia a Jaime Peñafiel? Rajoy ha desperdiciado una ocasión estupenda para mostrarse capaz de asumir las riendas de una opción moderada y de centro, y lo ha hecho aliándose a los hooligans de la ultra derecha o, como mínimo, no distanciándose lo suficientemente de ellos. A lo peor es que se aprovecha de éstos, como determinados clubes de fútbol se benefician de sus sectores ultras, a fin de que les calienten el ambiente antes de los partidos. Aunque lo que parece más probable es que Rajoy tenga problemas de ubicación, y que, a consecuencia de ello, no haya sabido posicionarse adecuadamente. Y es que ha de ser mucha la confusión que le ha de producir el hecho de que él mismo excarcelara –que es mucho peor que atenuar prisión- a José Luis Merino Quijano, etarra condenado a 57 años de cárcel, excarcelado 40 años antes de cumplirlos, que quedó en la calle, aprovechando la ocasión el terrorista para asesinar, meses después, al senador socialista Enrique Casas; o a Enrique Letona Viteri que, tras asesinar a nueve personas (incluyendo la esposa embarazada de un policía), y ser condenado a 311 años, fuera puesto en libertad, tras haber cumplido sólo 16, sin necesidad de llevar a cabo huelga de hambre alguna; o a Iñaki Bilbao, puesto en libertad –nuevamente sin que mediara huelga de hambre- 35 años antes de cumplir condena, dejándolo con las manos libres para asesinar al concejal socialista del municipio de Orio, Juan Pride Pérez, semanas después. Y así, hasta 64 etarras, que fueron excarcelados – diez de ellos por “razones humanitarias”- cuando Mayor Oreja, Rajoy o Acebes estuvieron al frente del Ministerio del Interior, y, mira tú por dónde, muchos de ellos coincidiendo con la fracasada tregua que ETA anunció durante la anterior legislatura. Quién sabe qué hubiese pasado tras esas 64 excarcelaciones si en cada una de ellas ciertos medios de comunicación hubiesen calentado los ánimos y disparado la mecha para que el principal partido de la oposición convocara otras tantas manifestaciones exigiendo la dimisión de Aznar, llamando terroristas a los populares, y cargando de paso contra los moros. Nada de esto sucedió aunque, como ahora, el común de los mortales resultásemos fastidiados a causa de que estos terroristas salieran a la calle antes de tiempo, maldiciendo las leyes que lo hacen posible, y que, dicho sea de paso, ya va siendo hora de que alguien modifique. Quizá Zapatero, que sí disponía de todos esos datos que siempre se pueden sacar a la palestra para acallar a los más vociferantes, refrescándoles su frágil -o interesada- memoria, crea que en política, en ciertas ocasiones, se han de tomar decisiones impopulares si existe el convencimiento de que esas decisiones pueden reportar mayores beneficios en el futuro. En cualquier caso Zapatero sabe que Rajoy ha demostrado, una y otra vez, no estar a la altura de convertirse en alternativa de nada, que en el PP pinta bastante menos de lo que él mismo quiere dar a entender, y así se puede permitir tomar las decisiones impopulares que le vengan en gana, sencillamente porque sabe que, hoy por hoy, no ya el PP, sino Rajoy, no es rival, por mucho que a Pedro J. y a Federico les fastidie. Y si no, al tiempo. En cualquier caso, el hecho de que Rajoy, Oreja o Acebes hayan soltado a 64 DJ’s (entiéndase “de Juanas” y no pinchadiscos de discoteca), no suaviza nada el cabreo que le produce a un servidor que este asesino se haya salido con la suya y acabe de cumplir condena en su casita, en cuanto le den el alta en el hospital, y vea el fútbol en su tele de muchas pulgadas, con un vasito de txakolí en sus manos manchadas de sangre, juegue con su Playstation a matar policías y a poner bombas en centros comerciales –la cabra tira al monte-, y reciba las visitas de la familia y de los amigos, pudiendo al fin hincharse a comer sin tener que hacerlo a escondidas y sin tener que mirar en las etiquetas las calorías de tal o cual alimento…, disfrutando de éstos y otros mil y un privilegios de los que no podría gozar si estuviese en prisión tal y como se merece. Parece ser que, contrariamente a lo que muchos deseábamos, y tal como un servidor pedía en anteriores artículos, a DJ, por lo menos de momento, no se la va a picar un pollo. Y en esta situación es el pollo el único que sale beneficiado, que, como bien apuntaba el amigo Urrutia en el foro, se libra el animal (me refiero ahora al pollo) de tamaño trance, que picársela a semejante indeseable ha de ser venenoso por fuerza. Felicidades, querido pollo. De buena te has librado. En cualquier caso, lo que todos -excepto el pollo- agradeceríamos, es que unos y otros se dejasen ya de zarandajas con lo de “tú más” y lo de “ tú peor” y se pusieran, de una vez por todas, a modificar la legislación para evitar que asesinos como DJ –o como todos los excarcelados en anteriores legislaturas con delitos de sangre- puedan pasearse por la calle sin haber extinguido sus condenas hasta el último segundo del último minuto de el último día al que hayan sido condenados.

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