sábado, marzo 03, 2007

Manuel Losada Blanco, Frenesí constructor

domingo 4 de marzo de 2007
MANUEL A. BLANCO LOSADA
servicio de estudios
Frenesí constructor
Podemos estimar, a partir de las licencias de edificación concedidas por los ayuntamientos desde mediados de 2005, que el año pasado se habrán terminado en Galicia del orden de 37.000 viviendas, sin duda la cifra más alta de la historia.
Es posible, tal como afirma la Xunta, que la construcción no sea en estos momentos el sector más dinámico de la economía gallega, pero de ello no debe inferirse que el sector de la vivienda se esté debilitando en Galicia. De hecho, en 2006 habremos batido todos los récords de construcción de viviendas, y por el momento no hay indicios de que la fiesta toque a su fin.
Los indicadores de la actividad constructora corroboran nuestra afirmación. Dado que el período medio de construcción de una vivienda es de dieciocho meses, podemos estimar, a partir de las licencias de edificación concedidas por los ayuntamientos, que el año pasado se habrán terminado en Galicia unas 37.000 viviendas, sin duda la cifra más alta de la historia. Pero la cosa no acaba ahí. Según el IGE, en los diez primeros meses de 2006 nuestros ayuntamientos concedieron licencias para construir 32.832 viviendas, lo que supone un crecimiento interanual del 7,4% que, extrapolado a todo el año, nos situaría en algo más de 40.000 licencias concedidas. Esto quiere decir, dado que las licencias de hoy son las casas de mañana, que la construcción de viviendas puede volver a crecer este año a un ritmo del 7%, cifra que incluso podría ser tildada de conservadora si tenemos en cuenta que los visados del Colegio de Arquitectos Técnicos, antecesores de las licencias, crecieron hasta noviembre un 32%.
Para justificar la fiebre constructora gallega no faltan desde luego razones objetivas: una es que el empleo está creciendo mucho, o al menos lo hace a mayor ritmo que otros años. Otra es que los precios de la vivienda en Galicia siguen siendo más baratos que en España, tanto en términos absolutos como con relación a los salarios: en el cuarto trimestre de 2006, el precio del metro cuadrado en Galicia era inferior en un 27% al de España, y el precio de la vivienda tipo era 8,6 veces nuestro salario mientras que en España era de 10,5 veces. Y la tercera, la más decisiva, es que la accesibilidad de la vivienda, entendida como la proporción del salario necesaria para financiar la vivienda tipo, sigue siendo más favorable en Galicia: un trabajador español debe destinar el 54% de su salario para financiar la vivienda, mientras que el porcentaje en Galicia es diez puntos inferior.
Sin embargo, nada garantiza que este frenesí constructor vaya a mantenerse sine díe. Para empezar, habrá que ver si a los precios actuales se vende todo lo que se construye: las familias españolas ya están entre las más endeudadas del mundo, y el margen para seguir haciéndolo está casi agotado. En segundo lugar, el riesgo es mayor en una economía donde las familias se han hipotecado a 27 años vista. Si la economía europea repunta, subirán los tipos de interés; si se estanca, crecerán menos nuestras exportaciones y el empleo se resentirá. Lo único seguro es que el mercado invertirá su tendencia algún día, y entonces lo pasaremos mal. Pero, por el momento, la fiesta continúa.

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