miércoles, marzo 07, 2007

Luis Pousa, En el oriente sur de Galicia

jueves 8 de marzo de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
En el oriente sur de Galicia
El presidente de la Xunta viajó ayer al oriente ourensano. Esa Galicia interior en la que un Barco semiurbano, el de Valdeorras, destaca en medio de un paisaje natural de riscos coquetos y montañas de pechos duros y redondos, por cuyas faldas discurren el Sil, el río que pone el agua que le da fama al Miño, y el Bibei, una de esas joyas ocultadas por la modestia del paisanaje.
Es bueno, y más que bueno, de justicia, que la máxima autoridad gallega se adentre en el país y perciba con sus propios sentidos esas otras realidades de un mundo que no se agota en su franja costera, y contiene uno de los escenarios más potencialmente adecuados para un desarrollo sostenible, pese a los destrozos, innecesarios aunque ya inevitables, provocados por las explotaciones mineras y el uso ineficiente de sus abundantes recursos hídricos.
Ese territorio oriental, con su biodiversidad y la amplitud de sus espacios naturales y ecosistemas, atesora un conjunto de recursos de gran relevancia en el presente y constituye una magnífica reserva de competitividad de la economía gallega y mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
El aislamiento que padece, pese a ser una zona fronteriza con las provincias de León y Zamora y uno de los ejes naturales de conexión con la Meseta, no sólo está provocado por el peso de las áreas metropolitanas de Vigo y A Coruña en el trazado de la red de infraestructuras del transporte terrestre que unen Galicia con los grandes centros de consumo de España y resto de Europa, sino también por el modelo de desarrollo territorialmente desigual que mantiene Castilla y León en su flanco oeste.
Valladolid, la capital castellana, no mira al Atlántico; históricamente siempre le ha dado la espalda a ese océano: su mar próximo y preferido es el Cantábrico. Si a esto se une el enorme poder de atracción que ejerce Madrid, se entenderá por qué León, Zamora y Salamanca son la periferia de una autonomía que se rige con mano de hierro centralista, aunque, en su caso, suavizada por el papel más o menos compensador que juegan en las tres provincias sus diputaciones.
En conjunto esa amplísima área es también una de las reservas naturales de mayor potencial de crecimiento en un modelo de desarrollo sostenible, susceptible de interactuar en un proceso compartido con el oriente gallego y una parte del portugués. Un proceso que puede ser doblemente premiado por Bruselas: por la conformación de nuevos espacios comunes más ambiciosos que los estrictamente transfronterizos y porque la consolidación de dicho modelo sostenible iría en la línea de las directrices de la UE.
La visita de Touriño a la zona no debe quedarse en un gesto, que los suspicaces interpreten como puramente electoral, dada la proximidad de las elecciones municipales y las bajas expectativas electorales que las encuestas le dan al PSdeG en Ourense.
Galicia necesita reequilibrar su territorio, y afrontar el problema mediante planes específicos y un uso inteligente de las posibilidades que comportan mecanismos de colaboración interregional, a los que siempre se alude en actos protocolarios, pero que raramente pasan de ahí o se quedan en acuerdos retóricos, sin entidad para generar nuevas dinámicas de cambio y desarrollo en favor de las poblaciones concernidas.

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