miércoles, marzo 07, 2007

Luis Pousa, Conductas consentidas

miercoles 7 de marzo de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Conductas consentidas
Si no fuéramos tan rudos e ignorantes, tiempo ha que nuestros ojos se habrían indignado al contemplar el enorme deterioro que sufren los ríos gallegos en sus caminos hacia la mar, y hubiéramos obrado en consecuencia. Decía Margalef que "en España no tenemos un sentido muy positivo de la naturaleza ni la apreciamos demasiado", aseveración que, por desgracia, queda confirmada por el mal trato que reciben, por parte de personas y de empresas, las cuencas de agua, con efectos directos e indirectos sobre la calidad de la misma y sobre la de las rías a las que finalmente va a parar.
Vertidos -algunos muy tóxicos-, cementación de los márgenes, entubamientos... Todo un rosario de actuaciones del ser humano, causantes de muchos otros problemas -además del ya referido a la contaminación de las aguas-, como la alteración del medio físico o la degradación de los suelos.
El caso es que dichos problemas medioambientales cobran dimensiones especiales en Galicia por las deficiencias que existen en infraestructuras y equipamientos para la depuración de aguas residuales o la gestión de residuos urbanos e industriales, pero también por las conductas de quienes irresponsablemente incumplen las normas que regulan la calidad de las aguas.
Ante esa realidad heredada, la Consellería de Medio Ambiente ha puesto en marcha un plan para reducir la contaminación de los ríos gallegos, tras haber localizado 4.590 puntos de vertidos, de los cuales la mayoría son de tipo doméstico -causados principalmente por el mal funcionamiento de las depuradoras y las carencias que existen en la redes de saneamiento de los municipios pequeños y los extrarradios de las ciudades-, seguidos de los de tipo industrial.
Ulla, Umia y Sar son los tres ríos gallegos que están en peor situación, por lo que la Consellería les dará un tratamiento específico con el fin de regenerar sus cuencas. Lo que requerirá su tiempo, y un control sobre sus riberas mucho más exhaustivo y diligente que el que han tenido hasta ahora.
Actuaciones que resultan pertinentes y han sido saludadas por los ecologistas. Pues, sin minusvalorar la importancia de las infraestructuras, el uso de nuevos métodos de control, evaluación, prevención y sanción, o el empleo de tecnologías más eficientes y sostenibles en el tratamiento de depuración de las aguas, hay también una enorme tarea por hacer en cuanto a un mayor compromiso ciudadano con la naturaleza.
Porque la falta de compromiso de una parte de la sociedad gallega con sus ríos es muy similar a la pasividad social que se percibe en ella en los incendios forestales. Ambos comportamientos parecen ser fruto del mismo tronco sociocultural. Quizás porque, como nos apuntaría el psicoanalista, esas actitudes son más antiguas que aquellas de las que tenemos conciencia: están interiorizadas y se valen del cordón umbilical que las une a generaciones muy anteriores.
Conductas que han sido consentidas por políticos poco exigentes con el respeto al medioambiente, y a los que todavía les resulta muy difícil entender que los recursos naturales y las dotaciones medioambientales, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, son elementos cada vez más valorados social y económicamente, con un intenso aumento de su demanda.

No hay comentarios: