sábado, marzo 17, 2007

Lealtad y coherencia

sabado 17 de marzo de 2007
Lealtad y coherencia

La discrepancia de última hora que divide en las Juntas Generales de Guipúzcoa a los socios de gobierno PNV y EA a causa del Impuesto de Sociedades, además de ser en sí misma escandalosa por impropia de quienes más llamados están a entenderse, ha incrementado la inseguridad y la incertidumbre en un sector tan amplio e importante de nuestra sociedad como es el que mantiene vivo el entramado empresarial. A la incomprensible tardanza de una norma que debería haber sido aprobada antes de que comenzara el año se añade ahora la indefinición en torno a la cuantía por la que tendrán que cotizar las empresas sobre los beneficios que obtengan a lo largo del ejercicio. No se trata, por tanto, sólo de una negligencia reprobable en el puntual cumplimiento de los deberes inherentes al ejercicio de la acción institucional, sino que queda también en entredicho la coherencia que debe regir en la ejecución del programa político de dos partidos que se presentaron en coalición a las elecciones. Porque, si bien podría ser comprensible en abstracto la discrepancia en este asunto de dos formaciones que se declaran interclasista, la una, y socialdemócrata, la otra, no lo es, en absoluto, que quienes se presentaron ante el electorado con un mismo proyecto socioeconómico discrepen sobre su aplicación justo antes de romper su alianza para presentarse por separado a los próximos comicios. El tufo electoralista de la discrepancia resulta evidente y serán los electores los que deban tenerlo en cuenta a la hora de imputar responsabilidades.El sistema institucional vasco es muy complejo. A su carácter cuasi confederal, sólo sostenible por una especial disposición al pacto, se suma la autonomía de los tres territorios históricos que integran la Comunidad en asuntos de tanta trascendencia como el de la política fiscal y financiera. Resulta, por ello, muy preocupante que la lealtad institucional que debe funcionar en el sistema y que, con escasas, aunque sonadas, excepciones, se ha mantenido intacta a lo largo de estos treinta años de autogobierno, se vea amenazada por factores ajenos como son la rivalidad y la incoherencia entre los socios políticos del gobierno de una misma institución. No es, por otra parte, la primera vez que surgen rivalidades e incoherencias de este tipo. En consecuencia, no parece improcedente recordar, ante la inminencia de las próximas elecciones municipales y forales, la necesidad de que las alianzas que deberán surgir a raíz de sus resultados tengan muy presentes, más allá de las afinidades ideológicas de carácter nacional o identitario, la coherencia de los programas que se elaboran y la lealtad de los socios que están llamados a ponerlos en práctica

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