sábado, marzo 17, 2007

La lucha por la educacion, ZpM y el "lavado de cerebro" escolar

sabado 17 de marzo de 2007
La lucha por la educación: Zapatero y el "lavado de cerebro" escolar
Eduardo Arroyo

La educación siempre fue un frente decisivo para la izquierda. Y el zapaterismo no va a ser menos a la hora de adoctrinar a las nuevas generaciones en su proyecto.17 de marzo de 2007. La importancia de la educación es tal que la izquierda en pleno ha decidido imponer por ley su modelo y transformarla en "para la ciudadanía". El sofisma radica en hacernos creer que lo que no es más que la formulación de sus mitos y de su propia dinámica nihilista es algo evidente por sí mismo que todos deben aprender.Por desgracia, si bien la izquierda lo tiene claro, la derecha no parece implicarse en una batalla cuyos resultados van a verse a años vista de manera duradera y rotunda. Ocasionalmente algún líder popular lanza un comentario contra el adoctrinamiento y ahí acaba la cosa. De este modo, unos por acción y otros por omisión, todos contribuyen a lo mismo: la desnacionalización de España, que empieza, para el que quiera entender, en las aulas.Todos los problemas que vivimos son en realidad problemas educacionales. Hasta en la Iglesia, el filomarxista Jon Sobrino ha introducido más de un guiño de simpatía hacia una de las doctrinas más terribles y genocidas de la historia, con la excusa de los pobres y ha conseguido imbuir a varias generaciones de países muy distintos en ideas muy discutibles. Los problemas educacionales, como se ve, están por doquier.En otro orden de cosas, la manifestación de hoy en Pamplona no tendría razón de ser si el nivel de educación hubiera estado donde debiera durante los últimos treinta años. Tampoco un retrasado mental, amparado en una clase política corrupta que se escandaliza en nombre de la tolerancia con las ofensas a Mahoma, habría ofendido a millones de cristianos con unas fotos que él no cree hirientes.Sin embargo ahora resulta que después de haber eliminado la exigencia en las aulas, de haber destruido la historia de España como objetivo estratégico de la educación del país, de ceder a las pretensiones delirantes de los denominados nacionalismos y de haber minado mediante la sospecha insidiosa todo estructura social orgánica, esos mismos dicen conocer la receta infalible que hace buenos ciudadanos.Quitando que al que esto escribe, que se considera espiritualmente de pueblo, le produce alergia la etiqueta ideológica y abstracta del ciudadano, somos muchos los que pensamos que si se hubiera enseñado a varias generaciones, por ejemplo, los valores del teatro del Siglo de Oro, o las cumbres del pensamiento clásico, o la profundidad de la poesía cortés medieval, la gente, más que buenos ciudadanos, hubiera sido buenas personas. El problema es que cuando uno aprende a valorar los poemas de Petrarca a Laura o el sentido de la caballerosidad en Calderón o la prosa relucientemente clara de Ortega, considerará indudablemente que el cine español difunde basura mental, que cierta clase política es ruín e impresentable y que en España se editan toneladas de mierda impresa en nombre de la cultura.Esto, claro, es un problema para el poder o, más concretamente, para todos aquellos que aspiran a él pero que tienen un corazón francamente podrido. ¿Cómo, si no, iban a vender la idea de que España es solo un espacio legal de derechos? ¿Cómo podrían hacer creer que la familia puede ser un agregado de cualquier cosa? ¿Cómo convencer de que Marx y sus secuaces formularon ideas sensatas o de que las preguntas irrenunciables que plantea y responde la religión son equiparables a las elucubraciones de cualquier librepensador de pacotilla?La respuesta regeneradora solo puede venir de la sociedad civil, algo que por suerte se está revitalizando en España a marchas forzadas. En Toledo un matrimonio ha dicho no al lavado de cerebro de Mercedes Cabrera y con ello se han anticipado a un partido al que votan 10 millones de españoles, ansiosos de que haga precisamente lo que ya ha hecho ese anónimo matrimonio toledano.Hoy en Pamplona se manifestarán muchos con la esperanza de que la clase política no les traicione. Como ha dicho Zapatero, "ahora es el momento de las manifestaciones, ya vendrá el momento de las elecciones". Pero incluso el triunfo en ese momento electoral no es suficiente. Hay que saber qué hacer con él. ¿Lo saben aquellos que luchan por alcanzarlo?

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