viernes, marzo 16, 2007

Jose Melendez, El esperpento nacional (II)

viernes 16 de marzo de 2007
El esperpento nacional (II)
José Meléndez
J USTO hace un año, cuando se cumplían dos del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero publiqué en esta página un artículo con el mismo título que figura arriba en el que afirmaba que don Ramón del Valle Inclán nunca hubiera podido anticipar que sus geniales esperpentos que hacían posibles las más desorbitadas situaciones tuvieran una réplica tan cumplida y exacta en la política española del momento. Y eso que el marqués de Bradomin ya apuntaba detalles del dislocamiento del país que le vio nacer en su inacabado “Ruedo ibérico”. Ahora, cuando se cumplen ya tres años del gobierno de Zapatero, el esperpento nacional adquiere sus mayores dimensiones y comienza a tomar un rumbo peligroso hacia una cascada turbulenta donde puede ahogarse el carácter de divertimiento que le dio su creador literario y, lo que es mas grave, tres décadas de paz y tranquilidad democráticas. Cuando un gobierno, en este caso el de Zapatero, adopta una decisión polémica tan repleta de factores de tensión como la excarcelación del asesino en serie De Juan Chaos, tiene el ineludible deber de explicarla por los cauces que le brinda el sistema democrático. Y eso es lo que hizo el pasado martes ante la Comisión parlamentaria correspondiente el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero, en una intervención que duró cinco horas, la explicación de Rubalcaba se redujo a afirmar que el gobierno había excarcelado al terrorista “para evitar males mayores y muertes”, lo que, de por sí, significa una confesión de la cesión al chantaje de la huelga de hambre, porque el tiempo restante lo empleó en una revisión crítica de la política antiterrorista de los gobiernos de José María Aznar, tratando de demostrar que el Partido Popular había sido más condescendiente con ETA que la actual política antiterrorista del gobierno de Zapatero. Y a partir de ahí, Rubalcaba, gran muñidor del esperpento político, consumado maestro en la organización de manifestaciones espontáneas, se metió en una espiral de acusaciones, preguntando a los populares por qué no llevan flores a las tumbas de los asesinados por los 292 presos de ETA excarcelados por Aznar, calificando a los populares de desleales con el Estado y acusándolos de maquinación antidemocrática por organizar la multitudinaria manifestación del sábado 10 de marzo, olvidando las que su partido organizó contra la guerra de Irak, el “Prestige” y las convocadas a golpe de móvil el 13M, que tan decisiva influencia tuvieron en las elecciones generales del 14M.. O sea, los papeles cambiados. El gobierno haciendo de oposición contra la oposición para pasarla el tanto de culpa y pidiéndole que explique el pasado para no tener así que explicar el presente, apoyándose en la ridícula creencia de que el mal de muchos es el consuelo de los tontos. Y al día siguiente, miércoles, José Luis Rodríguez Zapatero compareció ante el pleno del Congreso –a remolque y cuando su ministro ya le había desbrozado el camino- para reconocer que “excarceló a De Juana por la seguridad de todos”, lo que significa que ha cedido al chantaje aunque lo niegue y siguió adelante con el esperpento acusando al Partido Popular de haber roto el Pacto Antiterrorista y no ayudarle en su política contra la violencia. Y se negó a comprometerse a que Batasuna no esté en las próximas elecciones municipales y a garantizar que Navarra que no será objeto de cambio en la negociación que tanto protege. La explicación de la política antiterrorista de los gobiernos del Partido Popular es clara: dejó que se excarcelaran a presos etarras porque un gobierno democrático tiene que cumplir la ley y fueron los jueces los que tomaron esas decisiones obligados por un sistema judicial que había sido reformado previamente por el ministro bicéfalo y socialista Belloch, y que todavía sigue vigente, en cuanto a la consideración de penas y las condiciones para la reducción de las mismas. Y, además, no se cedió a ningún chantaje porque no lo hubo. En la excarcelación de De Juana esas condiciones se han ignorado o retorcido, porque ni el terrorista ha observado una buena conducta, ni ha dado muestras de arrepentimiento ni están claros los beneficios que haya podido obtener por trabajos carcelarios. Y, sobre todo, todavía le quedan meses de condena por cumplir y nadie en el gobierno asegura que cuando reponga fuerzas vuelva a la cárcel. El esperpento sube de tono con las declaraciones del indescriptible Pepiño Blanco. El perseguido por los visones y azote de “corrutos”, exclusivamente cuando estos son del PP, se ha descolgado con una de sus antológicas frases para desacreditar la manifestación del 10M, afirmando que en la guerra de Irak han muerto más del doble de personas que acudieron a la manifestación. Pero, hombre, Pepiño, en la guera de Irak propiamente dicha murieron muy pocos. Cuando en ese país desgarrado y trágico mueren casi cien personas cada día es cuando ya terminó la guerra y se ha desencadenado una sangrienta batalla tribal y religiosa entre chiies y sunnitas, larvada durante muchos años y controlada férreamente por el dictador Sadan Hussein a costa de cientos de miles de muertos, porque a esos países que llevan la gangrena de las diferencias religiosas y los extremismos raciales no es posible controlarlos, desgraciadamente, mas que con mano dura, que es lo que hizo el comunismo soviético en la URSS o Tito en los Balcanes. Quizá la gran equivocación de Occidente sea el querer exportar la democracia a países que ni la comprenden ni la aceptan. Para seguir con los esperpentos, Gaspar Llamazares, otro maestro en decir tonterías cuando conviene a sus intereses, afirmó refiriéndose a la manifestación del sábado 10 que “el Partido Popular ha roto con ella el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo”cuando ese Pacto estaba ya roto por el gobierno de Zapatero y sus acólitos parlamentarios desde hace muchos meses, al hacer exactamente lo contrario de lo que se acordó en él y negarse a convocar la Comisión de seguimiento que es la única legalmente que puede certificar su vigencia o su defunción. En la política sobre el terrorismo del gobierno de Zapatero todo parecería un esperpéntico despropósito sino escondiera algo mucho mas grave como es la firme intención de conseguir el fin de la violencia a costa de cesiones impropias en un Estado que se precie de digno. La negociación es una fórmula correcta y necesaria en los tratos financieros, comerciales o sociales donde dos partes exponen sus diferencias y tratan de acortarlas o limarlas. Por eso, la negociación tiene un indisoluble componente de cesión para que ambas partes lleguen a entenderse. Pero en esta negociación que el socialismo de Zapatero ha venido implorando desde que estaba en la oposición no puede haber cesiones cuando las demandas son antidemocráticas, anticonstitucionales e ilegales. Y, sin embargo, ya las ha habido por mucho que lo nieguen el presidente, la vicepresidenta y el coro de portavoces y adjuntos. Se ha aceptado implícitamente que haya dos mesas de negociación, una “militar” con ETA y otra “política” con Batasuna, no se ha dado por roto el “proceso” a pesar de la salvajada de la T4 de Barajas, se excarcela a De Juana contra la opinión de la judicatura y el sentir de la calle y se permite a Batasuna, no olvidemos que ilegalizada, que vaya aumentando sus bravatas alardeando de que estará en las elecciones municipales de mayo y ratificando su “programa” en el que es una pieza clave la anexión de Navarra al País Vasco. Lo triste es que el esperpento puede dar sus frutos y convertirse en realidad si la opinión pública no reacciona en las próximas citas electorales. La situación hoy por hoy es gravísima, porque. el gobierno tiene los medios suficientes para llevar a cabo sus planes. El Parlamento español ofrece un panorama también esperpéntico en el que la oposición está circunscrita al Partido Popular porque el PSOE ha sabido atraerse a los demás grupos parlamentarios con toda clase de concesiones y ha formado un partido único que impone a rajatabla su aritmética parlamentaria. Ante eso, al PP no le queda más que una campaña de desgaste, a costa de soportar toda clase de insultos y esperar a que el electorado abra los ojos. Por lo sucedido en estos tres últimos años, no cabe esperar otra cosa, porque Zapatero se ha lanzado de lleno a su aventura pacifista que fracasará en cuanto no les dé a ETA y su entorno todo lo que piden, que es lo mismo que vienen pidiendo desde hace treinta años, sin que hayan rebajado un ápice sus pretensiones. Pero eso no quiere saberlo el apóstol del talante que rezumaba optimismo el día antes de que saltara por los aires el aparcadero de la Terminal 4 con dos infelices ecuatorianos dentro y que ahora está haciendo todo lo posible para que su “proceso” no se hunda de nuevo, aunque tenga que reflotarlo “como sea”. Ya han vuelto a ponerse en marcha los correos electrónicos y los móviles del “pásalo” para convocar manifestaciones “espontáneas” ante las sedes del PP y los socialistas se aprestan a recordar el cuarto aniversario de la guerra de Irak que, aunque ya huele a podrido, creen que puede darles todavía los réditos que los llevaron a Moncloa. El esperpento llevado a su mas pura esencia.

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