lunes, marzo 19, 2007

Jose Felix, La singladura de Bayrou

lunes 19 de marzo de 2007
La singladura de Bayrou
JOSÉ FÉLIX MERLADET

En las reñidas elecciones francesas, François Bayrou, presidente de la UDF, candidato favorito de los intelectuales y profesionales, tenía hace dos meses un horizonte de voto del 8%. En rápido ascenso, hoy ha llegado al 23%. En el caso de que Bayrou diera la sorpresa y pasara a la segunda ronda tendría muchas posibilidades de ser presidente.No concitaría una 'union sacrée 'contra él como lo hizo Le Pen en 2002. Porque Le Pen era la antítesis, un 'outsider', temido por sus connotaciones extremistas. Por el contrario, Bayrou es un 'insider' que ha sido ministro hasta que rompió con el presente Gobierno, un hombre de síntesis prudente y curtido que permanece contra el viento de la derecha gaullista y la marea de la izquierda socialista como el adalid del centro político en Francia. Ya hay un precedente del resurgir del centro francés, tradicionalmente engullido por la izquierda y por la derecha: la victoria en 1974 de Giscard, fundador de la UDF. Hoy, los franceses están hartos de su situación política y socioeconómica. Su malestar se materializó en el voto negativo del referéndum sobre la Constitución, que no fue un 'no' a Europa sino a la pequeña casta gobernante que ha creado un duopolio gaullismo-socialismo que gobierna en alternancia el país desde hace casi medio siglo. Una casta mayoritariamente compuesta de 'enarcas' (procedentes de la ENA o École Nationale d'Administration) opositores semiendiosados que controlan los resortes del poder, incluidas las fortalezas financieras y mediáticas. Lo dice Bayrou en un libro clave que acaba de publicar: 'Au nom du tiers état' (En el nombre del tercer estado): el pueblo francés actual está reducido a la condición del 'tercer estado' o pueblo llano de 1789. Nos recuerda así al Abbé Sièyes, quien en su influyente panfleto de aquel año clave clamaba: «¿Qué es el tercer estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora? Nada. ¿Qué pide? Ser algo». Desde hace años Bayrou denuncia la crisis de la Vª República y defiende los derechos del pueblo y de su Parlamento frente al desprecio de los gobernantes. Bayrou bramó -infructuosamente-, por ejemplo, por un verdadero debate parlamentario sobre la adhesión de Turquía a la UE que, según él, es una decisión precipitada a la que se opone la mayoría de los franceses, lo que habría supuesto al menos un 10% del 'no' en el referéndum. Por ello proclama la necesidad de un cambio de régimen hacia la VIª República desde dentro, sin caer en aquella ruptura revolucionaria tan cara otrora a los franceses.Stanley Hoffman decía que la derecha francesa se dividía principalmente en bonapartistas (hogaño gaullistas) y orleanistas (hoy la UDF). Las otras derechas: Acción Francesa Maurrasiana, la dinástica legitimista borbónica, la petainista pro-Vichy y aun populismos como el poujadismo de los 50 convergen en Le Pen. Pero Bayrou, que procede de la democracia cristiana y es creyente practicante, no se considera de derechas ni de izquierdas, sino de centro. Sus colaboradores subrayan que la UDF es el partido que más adhesiones recibe por Internet y que la mayoría de éstas no vienen ya de la derecha, sino de jóvenes desencantados de izquierdas.Todos los analistas concuerdan en que Bayrou es el más europeísta de todos los políticos franceses. Fue el único que hizo una campaña activa y sincera por el sí en el referéndum: los demás partidos la hicieron o divididos por intereses cortoplacistas como los socialistas, o tibiamente como la UMP, o claramente en contra como el arco iris que iba de la extrema derecha a la extrema izquierda. Una prueba más de su vocación europea ha sido la creación del Partido Democrático Europeo que integra en ALDE el tercer grupo en la Eurocámara, que preside junto al viceprimer ministro italiano Rutelli de la Margherita y del que es vicepresidente Josu Jon Imaz.Bayrou, a quien he tenido el privilegio de tratar, es un 'self-made man' que irradia energía y liderazgo, sanguíneo, rubicundo, con un cuello de toro y una cabeza poderosa de 'paysan' bearnés. Se cuenta que de joven era algo tartamudo pero cuan nuevo Demóstenes consiguió convertirse en un buen orador a base de tesón. No es un político unidimensional, está siempre en pos de ideas nuevas y de enfoques originales para profundizar en la democracia y que el ciudadano vuelva a asumir protagonismo. Su discurso antielitista puede ser esperanzador y una tabla de salvación -quizás la última- para el sistema.Pero lo que hace pensar que el bearnés tiene una chance real es el desprestigio popular de la oligarquía en el poder. Si Bayrou logra concitar además del voto centrista y europeísta el voto protesta que en 2002 fue a Le Pen tendrá mucho ganado. La división de los partidos tradicionalmente en el poder también puede facilitarle las cosas. Los barones socialistas tipo Fabius, Strauss-Kahn o Jospin no brincaron de alegría con la designación como candidata de Ségolène Royal. Mientras a ésta se le acumulan los problemas, la división es aún más acentuada entre los gaullistas, donde el actual candidato tiene enfrente nada menos que al presidente y su primer ministro De Villepin, que lo odian hasta los tuétanos y harán lo posible para que no salga elegido. Chirac, con quien Sarkozy -ex novio de su hija y ex protegido- tiene una curiosa relación edípica, no se lleva mal, empero, con Bayrou.Por otro lado, para muchos sus dos principales rivales dejan bastante que desear: Ségolène Royal sería un 'bluf' compuesto a base de talante, buen rollo y mejores intenciones. Pero eso en Francia no basta para ser presidente. Al decir de muchos carece de ideas y liderazgo. Se pensó que una cara nueva podría detener el declive de su partido. Pero tras sus difusos 'debates participativos' y ciertos patinazos (loas al sistema judicial chino) se ha producido el desencanto. Está bajando en picado en las encuestas, que subrayan que al final perdería contra Sarkozy, por lo que podría verse desplazada por Bayrou en la primera vuelta. Ya ocurrió en 2002 con Jospin.En cuanto a Sarkozy, es un camaleón que ha llegado a emular en la crisis de las 'banlieux' a Le Pen denostando a la 'racaille 'alborotadora. Nunca un ministro de Interior, por célebres que fueran un Debré o un Pasqua, ha conseguido ser presidente pues, como me decía un europarlamentario galo, a los franceses no les gusta tener a un 'poli' en la más alta magistratura. Darle este ministerio fue un regalo envenenado típico de lo que se hace dentro de los partidos a los colegas a los que se quiere quemar. Aunque tiene cierta atrayente energía que hará suspirar a los nostálgicos de un líder fuerte a lo De Gaulle, lo cierto es que la gente está harta de 12 años de UMP y desea un cambio real, no una mera 'alternancia' en la cúspide. Mermado Le Pen, la única alternativa creíble al líder de la UMP es Bayrou. Y en el caso de que Bayrou se enfrentara al derechista Sarkozy en la segunda ronda, la izquierda entera le apoyaría. 'Sarko' es aún joven y es muy posible que los prudentes de todas las tendencias opinen que no está todavía fogueado para la lucha por la presidencia que en Francia, a diferencia de EE UU, se consigue casi siempre tras varias 'oposiciones'. Nadie -exceptuado quizá Jospin tras su debacle- es considerado un perdedor por caer una vez, sino todo lo contrario. Los 'repetidores' Mitterrand y Chirac llegaron a la meta tras tres o más intentos. Francia es el paraíso de los presidenciables derrotados. Sarkozy puede esperar.Por último, es significativo que Bayrou haya escrito un libro sobre Enrique IV de Navarra, el primer Borbón, aquél de «París bien vale una misa» y de «me han educado a palos y os aseguro que me ha venido muy bien». Bayrou es de origen modesto y ha llegado a lo alto. Henri IV era un príncipe sin un duro de una rama menor (los Borbón descendían del octavo hijo de San Luis, alguien del siglo XI, demasiado alejado en el siglo XVI para impresionar a nadie). Pero casó bien, con la famosa Margot, hermana de los tres últimos reyes Valois, que murieron sin hijos. De Henri IV, Bayrou admira su sentido práctico, su tolerancia, su sentido de Estado y su cercanía al pueblo, pues en Francia se hizo famosa la frase de que con Henri IV la cazuela siempre estaba llena. Es sobre todo la reconciliación entre las dos Francias (católicos y protestantes) que consiguió aquel monarca y que le convirtió en uno de los soberanos más populares la que quiere reeditar Bayrou: esta vez sería entre izquierdas y derechas y entre la Francia oficial, encerrada en sus torres de marfil, y la Francia real, encerrada en sus problemas. Bayrou, al igual que Henri IV, quiere traer la concordia civil. La tan esperada 'tercera vía'. No sabemos si la singladura que empezó el pasado diciembre llevará a Bayrou a buen puerto. Con un discurso crítico y renovador es sin duda un audaz candidato al que sólo faltaría un 'plácet' mediático para hacerse sorpresivamente con el Elíseo

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