miércoles, marzo 07, 2007

Jesus Zarzalejos, Examen a la Policia

miercoles 7 de marzo de 2007
Examen a la Policía
OPOR JESÚS ZARZALEJOS
Los primeros interrogatorios a los policías que investigaron el 11-M han sido difíciles y complejos, porque van a tener una influencia decisiva en la sentencia final. El Ministerio Fiscal se apoyó en sus declaraciones para sostener la acusación. Los letrados defensores buscaron los flancos más débiles de las actuaciones policiales. Y el presidente del Tribunal aplicó el reglamento para evitar la dispersión de las respuestas. Aun así, las dificultades fueron obvias. La primera es que estos funcionarios comparecieron como testigos, lo que motivó que el magistrado Gómez Bermúdez evitara inicialmente que fueran interrogados como peritos. Son dos condiciones distintas y no es fácil pasar de una a otra, de manera sobrevenida, en plena vista oral, aunque la figura mixta del «testigo-perito», introducida por la Ley de Enjuiciamiento Civil aprobada en 2000, permitió ayer a los funcionarios contestar con mayor flexibilidad.
Para un investigador policial puede resultar imposible deslindar los campos del testimonio y de la pericia cuando comparece ante un tribunal para dar cuenta de sus investigaciones. En muchas ocasiones, el conocimiento del hecho -que esto es lo que aporta el testigo- es inseparable de su análisis, que es lo propio de un perito. Más aún cuando los objetos de la investigaciones son organizaciones criminales, que normalmente sólo pueden ser desentrañadas a partir de la interpretación de hechos más o menos aislados, pero que cobran sentido cuando son puestos en relación unos con otros. Por eso son investigadores. Así es como en la sala se están exponiendo vínculos familiares, lazos de amistad, prácticas religiosas, asistencia a reuniones, llamadas telefónicas, viajes al extranjero, cambios de carácter..., que analizados por separado pueden no tener un significado especial, pero que adquieren relevancia en cuanto son ensamblados en una estructura organizada y con objetivos comunes. Por eso, en ocasiones, los investigadores han enmarcado sus respuestas en contextos mucho más amplios que el correspondiente al 11-M, relacionando a los procesados con grupos islamistas investigados en otros sumarios de la Audiencia Nacional, con organizaciones implantadas en Europa (como el Grupo Islámico Combatiente Marroquí) y con los designios generales de Al-Qaida contra los países occidentales.
No es muy distinta esta forma de proceder policial de la que se produce en los juicios contra las tramas de ETA. Lo que sucede es que la trascendencia de esta vista oral está intensificando el interés por estas pautas de actuación policial que, sea cual sea la valoración del Tribunal en el juicio del 11-M, seguirán siendo imprescindibles para descerrajar el blindaje de las organizaciones criminales, sean terroristas, narcotraficantes o mafias de cualquier otra ralea. Por eso conviene tener presente no sólo la pureza del procedimiento, sino también la eficacia del sistema en la lucha contra la delincuencia.

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