lunes, marzo 05, 2007

German Yanke, El PSOE se vuelve patetico

lunes 5 de marzo de 2007
El PSOE se vuelve patético

Por Germán Yanke
NI miedo, ni debilidad, dice José Luis Rodríguez Zapatero. Pero el pretendido carácter «humanitario» de los beneficios penitenciarios otorgados al terrorista De Juana Chaos queda velado en las propias palabras del presidente del Gobierno cuando añade al «valor supremo de la vida» el objetivo de «que no haya más muertes por terrorismo». En el mismo sentido, la intervención del presidente ante el Comité Federal del PSOE coloca la decisión gubernamental en el seno de una determinada política antiterrorista y no en el ámbito de una medida concreta para un preso individual, independientemente de su biografía y su militancia. Sólo en ese contexto cabría criticar al PP por «hacer oposición con el terrorismo, con la política contra el terrorismo».
¿Qué tiene que ver la concesión de una situación penitenciaria especial con que no haya más muertes por terrorismo? No hay muchas posibilidades: o es parte de una negociación en la que, a la espera de la reanudación del «proceso», se dan pasos pactados para evitar otro atentado como el de Barajas o, sencillamente, el Gobierno intuye que con estos gestos -evidentemente de una determinada «política antiterrorista»- se aplaca, siquiera temporalmente, a la bestia, que no es otra que ETA. Las dos posibilidades son alarmantes porque implican un toma y daca que, además de inmoral, no tiene soporte parlamentario alguno, ya que sobrepasa incluso la resolución del Congreso que estalló con la bomba de Barajas.
Podríamos estar también en una fase previa, típica, por otra parte, del entusiasmo imprudente con que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha venido encarando todo lo referente a la banda terrorista. Tras el atentado de Barajas, el presidente superó el desconcierto (recordemos su intervención pública del día anterior sobre lo bien que iba todo) pergeñando una teoría sobre el terrorismo de ETA. La «problemática esencial» del mismo -esa fue su curiosa expresión- sería el apoyo que obtiene en la «izquierda abertzale» y exigiría, además de la fortaleza del Estado de Derecho, «la política», una política que pretendería conseguir que una parte de quienes comprenden o comparten la violencia se sumen a los presupuestos del «proceso de paz».
Así, se otorgarían beneficios penitenciarios a De Juana Chaos porque favorece la posición de un sector de Batasuna, más proclive al «proceso» y, con ello, un clima de entendimiento con la organización ilegalizada que podría conducir a un cierto distanciamiento, aunque fuese parcial, de ETA, que vería de este modo reducido su apoyo y de este modo, quizás impelida a abandonar la violencia. Suena demasiado voluntarista, excesivamente complicado y tan impredecible como demorado en el tiempo, pero no se aleja del ambiente de autoengaño en el que el Gobierno socialista quiere salvar los trastos. Los ejemplos de cómo el PSOE se empeña en ver luces en el oscuro túnel en el que se ha metido son constantes y siempre en torno al espejismo de ver divisiones positivas en Batasuna y sus alrededores.
En los últimos días, el propio presidente del Gobierno ha reaccionado eufórico y ardoroso a unas declaraciones de Arnaldo Otegi en las que, con la habilidad de la que a menudo hace gala, no decía otra cosa que el mensaje etarra de siempre. Coincidiendo con el traslado a San Sebastián del terrorista De Juana, el PSE se abona a la mistificación sedante calificando de novedosa y «tremendamente importante» una proposición del Partido Comunista de las Tierras Vascas en la que, so capa de defender una sociedad «sin ningún tipo de violencia», identifica la de ETA con la que el Estado ejercería contra la Izquierda Abertzale.
Conviene tener en cuenta este entusiasmo -es de esperar que forzado- ante el engaño retórico para evaluar lo que pueda decir ETA en el hipotético comunicado que el Gobierno espera. O ansía. Porque da la impresión de que, de nuevo, en esta parte esencial de la sorprendente «política antiterrorista» de Rodríguez Zapatero, ya pueden bastar para seguir adelante, a pesar de lo reiterado, posiciones distintas del abandono definitivo del terrorismo y la entrega de las armas. Basta, al parecer, con convertir todo, aunque sea un despropósito, en retóricamente «esperanzador».
De este modo se da la paradoja de que los beneficios penitenciarios de De Juana, vistos por Batasuna como una conquista que no hay que agitar en las narices de Rodríguez Zapatero para no dar argumentos a «la extrema derecha», es en realidad una medida que, además de «humanitaria», favorece al sector moderado de la organización y, de algún modo, la divide, razón por la que serviría para evitar más muertes por terrorismo. El esperpento aún continúa porque ahora, al parecer, una réplica dialéctica del PNV a Batasuna se convierte en el gran «argumento».
En medio de una discusión sobre la carga de la Policía autonómica contra una manifestación de Askatasuna, en la que Batasuna afirma que la decisión se había tomado en Vitoria (sede del Gobierno vasco) o en Bilbao (sede del PNV), un dirigente de este partido, para quitarse el sambenito de dos PNV (el de Imaz y el de Egíbar), habla de la «Batasuna de Olano», dirigente de Askatasuna. Y con eso, ya lo tenemos: dos Batasunas. Olano, el radical. Otegi, el moderado. Bienvenidos los beneficios a De Juana, que, por cierto, los dos citados celebran.

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