miércoles, marzo 07, 2007

Ferrand, ZpM y sus insidias

jueves 8 de marzo de 2007
Zapatero y sus insidias

EN un país en el que, inveteradamente, las gentes se han muerto de hambre con la máxima naturalidad e, incluso, convirtiendo en virtud excelsa su extrema pobreza, resulta grotesca la carrera de hambrientos voluntarios que, con el único fin de «tener razón», promueven los distintos partidos del espectro y, a mayores, los distintos espectros que adornan cada uno de los partidos. Parece el rien ne va plus de la demoledora e insensata timba en que ha degenerado el que debió de ser juego parlamentario y democrático; pero aquí, en la patria del plus ultra, siempre caben un exabrupto más grosero que el anterior y un nuevo exceso de poder que deje canijos a los precedentes.
Mientras el PP, gran especialista en el ejercicio del derecho al pataleo, convoca y organiza su manifestación de pasado mañana, el presidente del Gobierno, revestido como tal y en presencia de dignatarios extranjeros, se permitió abroncar por su actitud al líder de la oposición. Como, además, José Luis Rodríguez Zapatero y la insidia siempre cabalgan juntos, el socialista avisó de que «se van a conocer cosas que no se conocían sobre la política penitenciaria (del PP) con presos de ETA».
Mal está, y acostumbrados estamos, que nuestra parodia democrática, en una escenificación que no es ni representativa ni parlamentaria, se haya quedado en algo mínimo y paupérrimo: en la sucesión de comicios electorales y, de espaldas a la inteligencia, en un planteamiento aritmético del poder. Aun así, hasta ahora se guardaban las formas y los ciudadanos menos críticos y exigentes podían vivir la emoción de una democracia real; pero va Zapatero y, ¡zas!, rompe el encantamiento y, desde Rabat, para que el simbolismo sea mayor, introduce la novedad de que sea el jefe del Ejecutivo quien consagre su trabajo a la crítica del de la oposición. Desde la mujer barbuda y el niño de dos cabezas no se veía rareza parecida en la feria nacional. Ya sólo falta que a las escopetas del tiro al blanco le salgan los perdigones por la culata.
¿Por qué no contó Zapatero, en sus dos veces cortos días de oposición, esas «cosas» con las que ahora amenaza al PP? Los capítulos de una democracia -sus legislaturas-, a diferencia con los episodios de los grandes culebrones, tienen el argumento cerrado. Empiezan y terminan con la única secuela de sus frutos, sus endeudamientos y sus compromisos legislativos. Los procesos electorales limpian todas las manchas no penales de la política que, como es natural, no cursan sin errores y fracasos. Pero lo que le da consecuencia y estructura al planteamiento es que cada cual atiende a su juego. Zapatero, no contento con ser presidente del Gobierno, quiere el pluriempleo como jefe de la oposición a la oposición. De no tener acreditada su condición de activista laico, también podría pretender en su desmesura el Arzobispado de Madrid.
M. MARTÍN FERRAND

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