lunes, marzo 05, 2007

Ferrand, Es posible ganar tiempo

martes 6 de marzo de 2007
Es posible ganar tiempo

EL análisis, especialmente el que se concentra en los hechos políticos, nos ayuda a entender lo que nos pasa, predecir lo que nos aguarda y valorar la trascendencia de los acontecimientos que, espontáneos o provocados, van marcando nuestro rumbo colectivo. De ahí la decadencia del análisis desde que José Luis Rodríguez Zapatero tomara posesión de La Moncloa. Nuestro espasmódico presidente, revestido con la fuerza que le presta la adhesión de sus incondicionales, tiende a funcionar por impulsos y nada menos consistente para poder fijar la atención, separar los datos de su cáscara y llegar a una conclusión solvente.
Según cuenta Bill Bryson en «Una breve historia de casi todo», un delicioso y accesible intento de divulgación científica, en 1650, el arzobispo James Ussher de la Iglesia de Irlanda acometió un minucioso estudio de la Biblia y de cuantas fuentes históricas pudo reunir para tratar de ponerle fecha concreta a cada uno de los periodos que, del Pérmico o el Triásito en adelante, marcan la evolución de nuestro planeta. Tras ímprobos análisis, tan sabio y santo varón pudo llegar a la conclusión de que la Tierra fue creada el 23 de octubre de 4.004 a.C. A mediodía para más señas.
El análisis obsesivo que, en mayor o menor medida, todos venimos haciendo sobre la capacidad demoledora o constructiva de las decisiones políticas de Zapatero y las posibilidades de intervención o corrección que, en su condición de monopolista de la oposición, le caben a Mariano Rajoy pueden llevarnos a conclusiones tan precisas como la de monseñor Ussher; pero, como se ve, la precisión, ni en su grado máximo, conlleva adherida la virtud del acierto. Hemos consentido todos, incluso las partes en liza, que las próximas elecciones, las de mayo, tienen para el PP el valor de unas «primarias». Incluso, con el aval de la sociometría, podríamos ponerle decimales a la previsión más exigente. Y ¿qué?
La política de Zapatero, que tanto nos alarma a muchos, no parece defraudar a sus próximos. Todo lo contrario, y ésa es su magia. En las filas de Rajoy, a pesar de la probada resistencia de los votantes que le respaldan, la hipótesis de un retroceso en las próximas elecciones podría ser como una disuasoria ducha helada para los millones de ciudadanos que votan al PP más para oponerse al PSOE que por el entusiasmo que suscita un equipo de ex ministros.
Dejar pasar el tiempo sin más acciones notables que las manifestaciones callejeras no le hará mejorar su situación social y electoral al PP y/o a su líder hereditario. Lo que Rajoy y su equipo debieran hacer es seguir el ejemplo del irlandés del XVII para datar, con la máxima precisión, la fecha de su fracaso definitivo -una derrota en las legislativas de 2008 o antes si conviene a Zapatero- o la cimentación de un éxito posible. La política, que es una carrera de fondo y por relevos, no puede permitirse el lujo de la obstinación.
M. MARTÍN FERRAND

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