viernes, marzo 16, 2007

Felix Arbolí, El poder y la seduccion de la mujer

viernes 16 de marzo de 2007
El poder y la seduccion de la mujer
Félix Arbolí
C ON motivo del pasado “Día Internacional de la Mujer”, mi hija me envía un “correo electrónico” que circula por la red. Dentro de su ironía, no exenta de agudeza y buen humor, estoy plenamente de acuerdo con el texto del mensaje. Él es precisamente el que me induce a escribir este artículo. Pasando por alto su comienzo y recomendaciones para que se difunda y la oportunidad de la fecha elegida para su envío paso a lo que realmente interesa, sus atinadas reflexiones, que he procurado extractar: “A medida que envejecemos, las mujeres ganamos peso ya que acumulamos mucha información en nuestra cabeza. Pero claro, llega un punto en que tanta información acumulada empieza a distribuirse por todo el cuerpo y ahora lo entiendo todo…: ¡No me sobran kilos!. ¡No estoy gorda!...!Soy culta!. ¡Muy culta!. “La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar con buena salud y un cuerpo atractivo y bien cuidado, sino más bien deslizarse en ella, con chocolate en una mano, vino en la otra, el cuerpo hecho polvo, totalmente desgastado y gritando: “ ¡¡¡Joder que paseo!!!. “ Somos perfectas porque: “ No nos quedamos calvas”. “ Podemos usar tanto el color rosado como el azul”. “ Siempre sabemos que nuestro hijo es nuestro”. “ Tenemos prioridad en los naufragios”. “ No pagamos la cuenta”. “ Somos los primeros rehenes en ser liberados”. “Si somos traicionadas, somos víctimas. Si traicionamos, ellos son los cornudos”. “ Podemos dormir con una amiga sin ser llamadas homosexuales. Si lo hiciera un hombre con un amigo, podrían poner en duda su sexualidad. “ Podemos prestar atención a varias cosas a la vez. “ La mujer del embajador, es la embajadora; la del Presidente, la primera dama. El marido de la embajadora o de la Presidenta, ¿quién es?. “ Si decidimos hacer trabajos de hombres, somos pioneras. Si un hombre decide hacer trabajos femeninos, es considerado “maricón” . (Perdón pero así viene en el original). “ Y por último… “ ¡ Hacemos todo lo que hace el hombre y con tacones altos!. Yo añadiría a la lista: “Si una mujer vive a costa de un hombre, que no es su marido, es la “querida” o “mantenida” (según la versión de nuestros padres y abuelos). Si es el hombre, el que vive a expensas de una mujer, es un “chulo”.. “Una mujer es capaz de satisfacer sexualmente a varios hombres de forma inmediata; el hombre necesita tiempo y resuello para poder satisfacer a más de una mujer” “Hay más viudas que viudos y más longevas, que longevos”. Tras este preámbulo, donde se mezclan la sátira, la razón, la exageración y la realidad, paso al artículo en cuestión. Por mucho que se empeñen, nunca serán iguales la mujer y el hombre. Afortunadamente para ella y en cierta medida para él. No me apetecería despertar y encontrarme a un tío con bigotes o mostrando una calva monda y lironda, compartiendo el lecho conmigo. No tengo las inclinaciones del popular Zerolo. Creo y sostengo que la balanza sobre la diferencia entre sexos, siempre se inclinaría favorablemente al de Eva. ¡Pobre mujer si fuera igual que el hombre!. Hubo un gracioso, que posiblemente estará “criando malvas”, como dicen en mi tierra al que pasa a “mejor vida”, que definió a la mujer como “un animal de largo pelo y corta inteligencia”. El pobre andaba más despistado que el entrenador de los “galácticos” en sus últimos partidos. Calificar a la mujer de poco inteligente es como pretender convencernos de que la Tierra no es redonda y achatada por sus polos y que encima no gira en órbita en torno al sol. Reconozco la superioridad de la mujer sobre el hombre en todos los aspectos, aunque nos empeñemos inútilmente en intentar demostrar que somos los reyes de la Creación. ¡Si hasta la Naturaleza o fuerza cósmica que se supone rige y ordena todas las cosas creadas pertenece al género femenino!. Pobre del que dude de la eficacia y poder de convicción que posee la sonrisa de una mujer, su lagrima oportuna, ese atinado y meloso mohín o el fingido acatamiento a nuestros deseos ya que sin posibles excepciones, a no ser que el tío sea una bestia o un psicópata, acabarán haciéndolo ceder. Como vulgarmente se dice, ella será la que “se lleve el gato al agua”. Ya lo dice el refranero “Pueden más dos tetas que dos carretas”. O esa otra frase, cuyo autor desconozco, que afirma tajante “Un cabello de mujer puede tirar más que cien yuntas de bueyes”. De momento, sólo la superamos en la demostración de la potencia física, la vulgar fuerza bruta, aunque todo evoluciona y ya se ven por ahí cada ejemplar de féminas que parecen auténticos “todo-terrenos”. Llegará a dominar también en esta parcela porque es más realista, constante y empecinada que su compañero, aunque se oculte bajo la sutil apariencia de un ser débil e indefenso. Todo obedece a una pensada estrategia para que el competidor se confíe y baje la guardia. Actualmente interviene en todos los campos: en las ciencias, las letras, las artes, (incluidas las marciales), la milicia, el deporte y toda clase de carreras y profesiones sin excepción. Y encima alcanza niveles que sobresalen en muchos aspectos a los conseguidos por el hombre. Hay que rendirse a la evidencia y descubrirse ante ellas reconociéndoles los triunfos. He sido siempre y continúo en el ocaso de mi carrera contra el tiempo un ferviente admirador y defensor de la mujer, porque en ella veo a mi madre, ese ser irreemplazable y entrañable que me dio la vida, algo que no podrá hacer jamás el hombre, aunque contribuya a este milagro. Ya sólo por este prodigio que le ha sido reservado en exclusiva, merece toda nuestra devoción, cariño y respeto. Creo que todo el que pretenda hablar mal de una mujer debe acordarse de su propia madre, pues aunque reconozca sus fallos e imperfecciones como todo ser humano, le es deudor de una constante demostración de abnegación, cariño y sacrificio, que sólo una madre es capaz de ofrecer en toda su intensidad, sin esperar la debida reciprocidad. Los hombres, reconozcámoslo con sinceridad, somos más comedidos y calculadores a la hora de prestarnos al sacrificio. Sin la aparición de Eva, que cuentan fue posterior a la de Adán y procede de una de sus costillas, (algo muy propio de la inventiva del macho para sostener su equivocada superioridad), el género humano no existiría. Me dirán que sin la aportación del varón, la aparición de la vida también sería imposible. De acuerdo, pero ya la Ciencia, con mayúscula, está llegando a la procreación donde el hombre apenas interviene y no dudo que alcanzará la luna, sin necesidad de utilizar cohetes. “Cosas más difíciles veredes amigo Sancho”. Démosle tiempo al tiempo. En la mujer veo asimismo, en grado superlativo de cariño y devoción a la maravillosa compañera con la que llevo compartiendo cerca de cuarenta y siete años insuperables y maravillosos, alternando acertadamente sus facetas de esposa, amante y solícita compañera, todas ellas fundamentales para la buena marcha y duración del matrimonio, con la no menos importante de madre. Otra cuestión en la que no podemos igualarla, la de la maternidad, en la que ella goza de la plena certeza. No así el hombre, al que su paternidad se le supone y luego se le reconoce. “Sin la mujer, al comienzo de nuestra vida, nos hallaríamos desvalidos; a la mitad de ella, sin placer y al final, sin consuelo”. La frase no es mía, pero no recuerdo en este momento su atinado autor. En pocas palabras no se ha podido condensar con mayor acierto la enorme importancia de la mujer en los diferentes periodos de nuestra vida. Celebran “El día de la mujer trabajadora” y creo que existe “El día internacional de la mujer”. ¿Para qué?. ¿Por qué supeditar a dos fechas lo que debe ser un diario y merecido homenaje y una constante recordación?. ¿Qué hombre puede superar e incluso llevar a la práctica las tres cualidades en versión masculina que una mujer desempeña en el día a día, sin quejas ni agobios: ser una esposa competente, una madre solícita y un ama de casa incansable para poder desarrollar sus diferentes quehaceres familiares. Amén, hoy día y en la mayoría de los casos, desempeñando una función profesional de incómodos horarios, en igualdad absoluta con el hombre, salvo en la cuantía de sus salarios. ¡Pobre Félix si tuviera que desempeñar tantas cosas y ser capaz de sonreírle a la vida!. Mi hija, que es otro de mis condicionamientos para alabar y respetar a la mujer, ya madre de familia, me tiene cogido de lleno en sus redes con la continua muestra de su amor filial. Es un sentimiento tan maravilloso el que siento hacia esa criatura llena de solicitud, cariño y comprensión hacia mi, que solo por disfrutarlo le debo eterno agradecimiento a Dios y una deuda impagable a la mujer que la parió para darme la oportunidad de ser y sentirme padre. Sin despreciar ni minimizar, por supuesto, a mis otros dos hijos varones, que llenan por completo de ilusiones y alegrías todos los días de mi existencia. ¿Qué sería yo sin el constante aliento y las cariñosas atenciones de estas dos mujeres?. Posiblemente un viejo sin alicientes, acabado, cascarrabias y huraño que contemplaría solitario y pesaroso el paso insoportable de los días en el salón o la habitación de una residencia. Porque entonces sí que me consideraría un anciano. ¿Y aún hay quien duda sobre las ascendencia y superioridad de la mujer y su decisiva y enorme influencia en nuestra vida?. Nos ciega la soberbia, nos pierde el falso orgullo y nos engañan las apariencias que hemos querido imprimir a nuestro cotidiano acontecer. Pero en el fondo de nuestras más íntimas convicciones sabemos con toda certeza donde está la brújula que necesitamos para navegar en éste proceloso mar sobre el que estamos flotando y del que dependemos. Porque todos somos agua en un elevadísimo porcentaje, aunque la de la mujer tenga mayor dosis de sal y a veces, de pimienta. Ella puede hacer que nuestra vida familiar sea una especie de paraíso anticipado o una antesala del infierno si se trata de una arpía, que también “haylas” entre las hijas de Eva. Al hombre solo se le permite el “bufido” del desahogo o la amenaza, y un paréntesis de aislamiento que sufrirá con mayor intensidad que ella. Al final, el muro se derrumba y aparece un David, asustadizo y empequeñecido que ha perdido su honda. Son muchas las diferencias favorables a la mujer en la manera de enfocar nuestra actividad y manera de vivir y sentir. No tengo la menor duda. ¿Quién es en realidad el “gallo” en este corral de equivocadas apreciaciones?. ¿ Por qué se empeñan ellas en querer esa igualdad, sin con ello solo consiguen rebajarse y perder influencia?. Dicen que detrás de un hombre que triunfa o destaca hay una mujer. Lo que callan es que sin su decidida colaboración él jamás habría alcanzado esa meta. ¡Como si por intentar ocultarlo no se supiera donde está la clave de ese éxito! No seamos ilusos y reconozcamos, aunque pueda desagradarnos, a mí no, lo puedo asegurar, que sin esa maravillosa criatura que Dios ha puesto en nuestro camino no sabríamos dar un solo paso en la dirección correcta Según Ovidio “ La mujer es un dulce amargo” y Terencio la describe como un mal necesario. Para mi es la perfección personalizada, (salvo las posibles excepciones que confirman la regla), sin la cual no me sentiría a gusto teniendo que malvivir el día a día. Si se diera la trágica circunstancia de que su ausencia se adelantara a la mía, (¡Dios no lo quiera!), no sabría qué hacer, ni si podría resistirlo física y anímicamente. Lo más probable es que como contaba el famoso poeta romántico francés, Alfhonse de Lamartine “A menudo el sepulturero entierra sin saberlo dos corazones en un mismo ataúd”. Porque una vida sin mujer, si es a la que amas y por la que te sientes amado, no merece la pena vivirse.

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