sábado, marzo 17, 2007

El PSOE no sabe salir de Irak

sabado 17 de marzo de 2007
El PSOE no sabe salir de Irak
LA izquierda ha empezado a calentar motores para preparar la campaña electoral contra el PP y no ha tenido otra idea que volver al rancio «no a la guerra» y a la «foto de las Azores». Parece que a falta de mejores argumentos para respaldar al Gobierno, el PSOE y los grupos que lo secundan han considerado que el método del 13-M puede volver a funcionar. Pero como el tiempo no pasa en balde, la recuperación de la melodía antibelicista para intentar arrinconar otra vez al PP choca con la actualidad de los verdaderos problemas que preocupan a los ciudadanos. Protestar por una guerra en la que no se participa -ni se ha participado nunca- y sólo para intimidar a la oposición pone de manifiesto que el caudal de ideas en la izquierda está bastante reducido.
Además, la manifestación convocada para hoy en Madrid para protestar por la ocupación de Irak es un acto de cinismo e hipocresía. Ni el más benévolo de los ciudadanos puede creer que a determinados grupos políticos y a determinados representantes de la farándula activista lo que realmente les indigna es que no se haya respetado la Carta de Naciones Unidas. Porque si fuera así, a la hipocresía y al cinismo deberían unir la ignorancia, pues la intervención aliada en Irak está refrendada expresamente por el Consejo de Seguridad de Naciones y, para mayor constancia de su doble moral, con el voto favorable del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. En junio de 2004, el Ejecutivo votó a favor de la resolución 1546, que respaldaba a la fuerza multinacional liderada por Estados Unidos, reconocía como legítimo al nuevo gobierno iraquí, admitía que la coalición lucha contra el terrorismo y pedía a los miembros de Naciones Unidas que enviaran tropas a Irak. Por tanto, la presencia aliada en este país árabe es conforme al Derecho Internacional porque así lo votó, entre otros, Zapatero. Cuestión distinta es que el presidente del Gobierno, haciendo gala de su peculiar sentido del compromiso internacional, primero sacara a las tropas españolas antes de que el Consejo de Seguridad aprobara una resolución -como la que aprobó- que le obligara a mantenerlas; y, luego, animara a los aliados a desertar de Irak y a incumplir la decisión de Naciones Unidas.
Pero el asunto de fondo no es una cuestión de legalidad, sino de pura táctica partidista. Si la opinión pública fuera favorable a la gestión del Gobierno y si la imagen del jefe del Ejecutivo gozara de un amplio respaldo, la izquierda no habría tenido que desempolvar la pancarta del «no a la guerra», reservada sólo para Irak y bien guardada para Afganistán, donde también mueren civiles. En todo caso, más allá de la insolvencia ideológica de estas actitudes, hay que recordar que el PP lleva varios comicios sufriendo constantes ataques a sedes y candidatos, en un clima de mentiras y acusaciones sobre la responsabilidad de este partido por el 11-M y su apoyo a una intervención militar en Irak, que fue participada por una coalición de países muy superior a la de la mayoría de operaciones organizadas por Naciones Unidas. Zapatero sacó a las tropas de Irak, pero la izquierda se quedó allí.

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