jueves, marzo 08, 2007

De las arenas del Sahara a la excarcelacion de De Juana (o viciversa)

De las arenas del Sahara a la excarcelación de De Juana (o viceversa)
Luis Miguez Macho

8 de marzo de 2007. En realidad, todo empezó en las arenas del Sahara Occidental cuando todavía era una provincia española. Aquella primera cesión en los albores del actual régimen democrático que fue la entrega del territorio a Marruecos prefiguró las que vendrían a continuación a favor de los nacionalistas disgregadores internos.Los mismos argumentos que hasta el día de hoy se han seguido manejando para justificar el trato de privilegio dispensado a unas minorías que nunca han dejado de actuar con completa deslealtad hacia la Nación y el Estado, utilizando hasta el crimen para obtener sus fines, son los que fundamentan el apaciguamiento a cualquier coste (incluido el sacrificio de nuestros intereses nacionales y de las exigencias de la más elemental justicia) con el régimen despótico del vecino del sur.En unas fechas en las que, significativamente, han coincidido la humanitaria excarcelación del sanguinario criminal De Juana Chaos y la visita del actual presidente del Gobierno a Marruecos para, renunciando al último resto de dignidad que a España le quedaba en relación con el Sahara Occidental, admitir su anexión por la fuerza a Marruecos, es bueno recordar cómo empezó el camino que llevó al 11-M y a la lamentable situación actual.Se repite con frecuencia que José Luis Rodríguez Zapatero ha roto los consensos de la Transición para encaminarnos a un nuevo régimen político que excluiría al PP e integraría a ETA. Sin embargo, quien quebró esos consensos, pero no los visibles, sino los tácitos y vergonzantes, fue José María Aznar en su segundo mandato.Los quebró cuando se atrevió a marcar distancias con una derecha económica que, por intereses mercantiles bien visibles, siempre había apoyado al régimen marroquí, y asumió, no de boquilla, pancarta y gesto fácil como la izquierda, sino seriamente, como objetivo de su política exterior, hacer efectivo nuestro compromiso y nuestra responsabilidad con la descolonización del Sahara Occidental, porque conviene a los intereses nacionales españoles y es de justicia.Perejil vino después, y con ello la constatación de que una política exterior inane a la sombra de Francia, otra de las pesadas hipotecas de la Transición, no sirve para nada a un país que, homologado políticamente al Occidente desarrollado, quiere hacer valer en el mundo su peso económico, cultural e histórico. Lo demás, la apuesta atlantista y la respuesta que recibió aprovechando la debilidad espiritual de una sociedad atontada por un falso pacifismo que, no lo olvidemos, es el mismo que subscribe un asesino múltiple como De Juana Chaos, es bien conocido.Porque la otra gran ruptura del segundo mandato de Aznar fue la del deber de rendir pleitesía a los nacionalistas, basado en la falacia de que un Estado democrático no puede derrotar a una organización terrorista con un cierto apoyo social. Por medios exclusivamente legales, el Estado fue capaz, vaya si lo fue, de poner de rodillas a los criminales.Habrá quien piense que, a la vista de lo que está sucediendo, todo aquello fue inútil y hasta contraproducente. No obstante, mereció la pena y hay una herencia que ha quedado y que anuncia un futuro mejor: una parte importante de la población española, antes silente y resignada, hoy hace oír su voz y ha cobrado una nueva conciencia de lo que significa el patriotismo. Eso que faltó en la Transición, hoy lo hemos ganado en el dolor y en la prueba.

No hay comentarios: