Comparaciones necesarias

miercoles 7 de marzo de 2007
Comparaciones necesarias
La Bahía de Cádiz vive días de tristeza y angustia. Con el cierre de Delphi se van de Puerto Real miles de puestos de trabajo y se quedan muchos brazos caídos y cientos de familias sumidas en una radical incertidumbre. Desde la distancia, es encomiable la reacción del pueblo andaluz en torno al problema en el que se han implicado las fuerzas políticas, económicas y sociales. Con ellos se han comprometido los ministerios de Trabajo, Industria y el presidente del Gobierno de la nación, sensibles con Andalucía en su lucha para "diseñar un plan industrial para que ningún trabajador quede abandonado".
Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero a veces son necesarias. En Galicia, cierra la fábrica La Toja en Culleredo y los ciento cincuenta trabajadores solo recibieron tímidas y escasas muestras de solidaridad. El Congreso acaba de rechazar una iniciativa para negociar con la UE un plan para Fene. El conselleiro se fue a Bruselas solo, regresa de vacío y Barreras se va a Oriente lejano. Dos casos en los que no sólo no se ha implicado el Gobierno central, como en Andalucía, sino que ni le ocupan ni preocupan. Más aún, el partido gobernante, diputados gallegos incluidos, vota en contra de la decisión unánime de nuestro Parlamento de negociar el proyecto de Fene.
Por seguir comparando, en Cataluña o Euskadi, Fene jamás llegaría a ser un astillero improductivo y una oportunidad como la de Barreras se arreglaría con un par de llamadas telefónicas. Hay otros proyectos empresariales parados por una burocracia asfixiante (plan acuicultura, Isolux Corsan, Maderas Iglesias?) cuyas inversiones y puestos de trabajo suman más que lo que se pierde en la Bahía de Cádiz.
Puede que también influya la tristeza que genera el invierno, pero estas cosas derrumban el ánimo y nuestra autoestima galaica. Es que para este viaje no hacían falta ni las alforjas del cambio, ni más competencias. ¿Mejoraremos con el nuevo Estatuto? Galicia tiene iniciativas empresariales pero su clase política, más que fuerza para impulsarlas, demostró hasta ahora una entrega sumisa a los designios de Madrid.